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El tamaño de la botella de champán iba acorde con la envergadura del propósito que tuvieron en aquella cena los fotógrafos Cartier-Bresson, Capa y Seymour, entre otros. Al menos es la leyenda que rodea a la creación de la agencia Magnum allá por 1947, ... cuando los fotógrafos de guerra unieron sus objetivos para proteger su viabilidad y también su independencia periodística. El mito de esa botella tiene que ver con sobrepasar los límites visuales de lo que estamos acostumbrados, como cuando se saca a la mesa una magnum sabiendo que nada después seguirá igual tras abrirla. Lo que aquellos días cambió fue el valor que se le iba a dar a la fotografía, y no solo un valor estético, sino económico, una independencia en la forma de mirar el mundo tras la Segunda Guerra Mundial. Esa cooperativa protegía los derechos de sus imágenes y, de alguna manera, nuestro derecho a ver desde múltiples ópticas. Ahora, 77 años después, le han concedido a la agencia Magnum el Princesa de Asturias y es para brindar.

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