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Ha pasado un año, pero al entrar en el local, nadie diría que faltaba Marcos. El piano en el escenario, las fotos colgadas en las paredes, el collage de cerámica al otro lado de la barra, el jazz sonando de fondo como se escucha ... la lluvia cuando estás en casa caliente, tapado, a salvo, los taburetes de madera. Y la gente, claro; las caras habituales de un movimiento afectivo, social y cultural que forma parte ya de la idiosincrasia de Santander. Ha pasado un año de la muerte de Marcos, y las mismas caras siguen ahí, algunas más cansadas, otras con más arrugas, algunas caras nuevas, pero todos haciendo lo mismo, recordar a la persona que fundó ese imán que es la Asociación Sol Cultural y el Rvbicón. ¿Qué hizo este bar para transformar el tejido social que lo rodea y seguir haciéndolo incluso cuando sus fundadores han cedido el testigo?

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