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Algo iba mal aquella tarde de sábado del 15 de febrero de 1941, y la naturaleza fue la primera en advertir a los santanderinos. Muchos ... lectores de este periódico sabrían continuar el relato porque esa extrañeza de la que nadie se fiaba aquel día señalado se debía a un viento sur desquiciado. Más que viento, aquello era un huracán ardiente que soplaba a 140 kilómetros por hora. Esta semana ha vuelto el viento sur, y la coincidencia me ha hecho pensar en qué pasaría si olvidáramos lo que trajo aquella surada, si se borrara de la mitología callejera la razón por la que no tenemos casco antiguo en Santander -salvo un par de calles, como me matizan los melancólicos o los puristas-. El incendio del 15 de febrero de 1941 arrasó media ciudad, y ahora que se cumple su fecha en el calendario, me pregunto qué riesgo corremos si lo dejáramos pasar.
La circularidad del tiempo es una condición pragmática, y solo había que leer este periódico el pasado domingo para darse cuenta de lo necesario que es fijar las fechas en la memoria. Es la única manera de no salir despedido por la vorágine de la información de nuestros días. El Diario recordaba los cinco años que han pasado desde que estalló la pandemia por covid: había datos y fotografías y hechos heroicos y espantosos, pero por encima del suceso, las páginas tenían una vocación de preservar, de no olvidar, porque el peligro de hacerlo ya saben qué otra pandemia de estulticia traería.
Ese mismo domingo, en las páginas de Economía, había otra información dedicada a marcar en rojo la memoria: también se cumplían cinco años del cierre del complejo de Sniace de Torrelavega. El 13 de febrero de 2020, la empresa solicitó la liquidación y la comarca del Besaya vio hundirse el buque. Aún hoy, las labores de desmantelamiento de la planta no han terminado. ¿Qué pasa si olvidamos también esto? A veces, recordar es noticia. Miren las fachadas de Santander, los locales vacíos de Torrelavega, sean conscientes de la ciudad en la que viven, porque nunca se sabe qué traerá el viento, o si una mascarilla nos protegerá si lo olvidamos.
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Ana del Castillo
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