¿Qué ven hoy?

Salí de trabajar a esa hora en la que el sol de invierno se está apagando y el aire es tranquilo y los colores parecen más suaves. El trayecto en coche era el mismo de cada día, una carretera general que discurre entre casas que ... tienen setos limitando su perímetro, setos recién podados que avisan de la llegada de la primavera, como lo hace la ropa tendida en los balcones, a la vista de la luz. Todo eso es lo que pasaba cuando me crucé con el primer carrito. Lo vi al detenerme ante un paso de cebra: una mujer empujaba una silla y dentro, sentado, un niño, con las manos cubiertas por unos guantes, se agarraba a la barra protectora intentando impulsarse más rápido. La edad los identificaba como abuela y nieto, y ella me dio las gracias al pasar, entre cansada y orgullosa. No había dado ni dos curvas, cuando en la acera vi otro carro, un capazo con la capota desplegada; una chica joven en chándal empujaba las ruedas sin prisa, iba sola, con la mirada perdida. Hubo un tercer carro en el trayecto, otra vez una sillita de niño, y otra vez lo empujaba una abuela, enfundada con un abrigo largo. Afuera hacía cada vez más frío, de ahí que la siguiente silla que vi, una silla de ruedas, la anciana que iba sentada fuera cubierta de ropa hasta la nariz; por la edad de ambos, deduje un vínculo de madre e hijo. Vi otra silla de ruedas antes de llegar a casa, vi un triciclo y una madre detrás. Llevo años haciendo ese trayecto, sin embargo, ¿por qué vi esos cuidados justo esa tarde en la que había escrito un reportaje en el periódico con los datos sobre las horas que dedican las mujeres a los cuidados (15 horas más que los hombres a la semana), los 4.800 euros menos al año que cobran por tener trabajos reducidos para conciliar o la pensión de 500 euros de media más baja? Me pregunto qué ven ustedes hoy, tras haber celebrado el 8M.