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Es cuestión de asomarse hacia el oeste justo en la puesta de sol. Hacerlo ahí, donde el mar provoca un eco fluorescente de los últimos rayos, a ser posible entre las rocas partidas del paisaje kárstico de nuestra costa, para comprobar hasta qué punto el ... paisaje está haciendo la danza del vientre ante el mundo, fascinando y seduciendo a partes iguales. Y ya si encima añades el comentario que ahí aún puedes ver la puesta de sol con una chaqueta porque hace fresco, prepárate para lo que es bueno. ¿Y qué es bueno? ¿Batir récords de visitantes año tras año, habilitar más aparcamientos en La Arnía o bajar a las ocho de la mañana a Liencres, o acampar en los prados de Langre? ¿Lo bueno en nuestra región es que no haya paro o que el motor económico sea el turismo?
Esta semana, la ONU ha advertido de algo que en Cantabria llevamos años percibiendo: las temperaturas extremas van a modificar el mapa de los destinos turísticos del mundo porque la crisis climática está influyendo en las decisiones de los viajeros. La pregunta ya no será cuánto estás dispuesto a pagar por un viaje, sino cuánto calor estás dispuesto a soportar. Me pregunto si la manifestación que el pasado sábado reunió a tres mil personas contra la mega urbanización en torno a un campo de golf en Loredo iba también por ahí; por la idea de no cargarnos lo que nos hace únicos, aunque el verde de nuestros prados —que no del green— nos delate.
Todos somos turistas, aunque protestemos porque visitamos ciudades llenas de turistas, aunque nos visiten a nosotros, es lo que somos usted, yo, su vecino, su cuñada, y es lo que son quienes van a llenar nuestros hoteles, nuestros aparcamientos, nuestras tiendas, nuestros restaurantes este verano: turistas. No sé cuál es el número máximo de visitantes que podemos acoger, si a medida que se proyecten más y más urbanizaciones esta cifra podrá subir mientras lo haga el mercurio en los termómetros, ¿acaso nuestro futuro es el de ser una especie de Galia, prometiendo el fresco como si un druida sirviera helados en esos vídeos de puestas de sol majestuosas, fascinando y seduciendo, apiñados, pero con 'rebequitas' en agosto? Nadie quiere bailar solo, pero tampoco que lo pisen.
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