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Con una demora injustificable, consecuencia de una dudosa gestión, el Plan General de Urbanismo ha iniciado el camino hacia su aprobación definitiva. La inicial se ... ha producido con algazara política, jaleada con un festín de parabienes que contrasta con la aparente indiferencia que a los ciudadanos les produce un asunto que con el tiempo descubrirán que en absoluto es baladí. Lo de los actuantes en política es otra cosa. La taumaturgia de las elecciones ha conseguido subvertir lo que hasta hace poco era espinoso.
El atrincheramiento del PP contra al planeamiento urbanismo propuesto por el equipo de Gobierno municipal, había escollado la salida a este documento, básico para perfilar el futuro. La severidad de los populares se esfumó. ¿Causa?: la salida de Ildefonso Calderón le ha permitido al grupo, ahora encabezado por María Luisa Peón, franquear un documento fundamental para dar elasticidad a esta esclerótica ciudad necesitada de agitación hasta el paroxismo y así lograr un desarrollo urbano y urbanístico que vaya más allá de los parques infantiles.
Peón, que vive sus últimas semanas de presencia institucional en Torrelavega, ha conseguido corregir los argumentos de su antecesor y desatrancar un documento que llega al inicio de su final bastante vapuleado. Su decisión es, además, la negación del oportunismo cuando ya se olisquean mítines en los que es un clásico socarrar al contrincante. También se debe destacar a quien tampoco volverá a la municipalidad, Otto Oyarbide, un socialista que se ha dejado plumas –y seguramente el acta de concejal– para ver aprobado un documento del que ha sido padre putativo. Ambos han renunciado a ser soldados de fortuna.
Probablemente, en 2022, estará vigente la norma y el espíritu de lo que esta Corporación ha querido que sea el perfil de Torrelavega en las próximas décadas. El documento ha sido aprobado por el 88% de los concejales –PSOE, PRC, PP y Torrelavega Sí– lo que le empapa de legitimidad 'moral'. Es distinto lo que percibe el ciudadano, hasta ahora bastante ausente del manido debate. En los años previos a la aprobación del Plan General de 1985, los movimientos vecinales, empresariales, decenas de propietarios de suelo y ciudadanos individuales, se movilizaron para que el nuevo documento, ahora revisado, incluyera sus opiniones o intereses.
Bien es cierto que comenzaba la edad de oro de la construcción y que el Plan General se diseñaba con un constructor en la Alcaldía, algo parecido a meter a un zorro a cuidar el gallinero. Pasado mañana se hará una asamblea abierta a todos los ciudadanos para explicarles el fondo y el objetivo del Plan General. Dudo que haya necesidad de poner una pantalla en el exterior para seguir el debate. Hay quien dice que es mal día, pero el adagio, que casi todo lo resuelve, dicta que no existe falta de tiempo, sino de interés, porque cuando la gente realmente quiere, la madrugada se vuelve día y el martes se vuelve sábado.
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Ana del Castillo
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