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Este 27 de enero se ha conmemorado el 80º aniversario de la liberación del campo de Auschwitz-Birkenau, que se ha convertido en metonimia del Holocausto, por el Ejército Rojo del que formaban parte tropas rusas y ucranianas. Según la convocatoria de la Unesco, «recordar ... y aprender sobre el Holocausto pone de relieve los peligros del antisemitismo, la discriminación y la deshumanización», de ahí «la importancia de entender y afrontar el legado de los pasados violentos para contribuir al conocimiento y los valores dirigidos a prevenir futuros crímenes y atrocidades».
A finales del año pasado la Corte Penal Internacional emitió órdenes de arresto por crímenes de guerra y de lesa humanidad contra el primer ministro israelí, Benyamín Netanyahu, el exministro de Defensa Yoav Galant y Mohamed Deif, el más alto comandante del ala militar de Hamás responsable de la masacre del 7 de octubre en la que murieron unos 1.200 israelíes y en torno a 250 fueron tomados como rehenes. A día de hoy, son más de 47.000 los muertos en Gaza y el doble los heridos, mientras una gran mayoría de la población ha sido desplazada y sometida al hambre, la sed y la privación de atención sanitaria y escolar por la tremenda destrucción de la infraestructura civil, de lo que dan cuenta los informes de las principales organizaciones de derechos humanos. El reciente acuerdo de alto el fuego ha detenido los combates en Gaza pero la violencia prosigue en Cisjordania a cargo del ejército y los colonos.
Si los casos de Palestina y Ucrania ocupan lo esencial de las noticias, no agotan el oscuro balance de la situación internacional. Por citar solo un caso, en Sudán los muertos tras el conflicto iniciado en 2023 oscilarían entre los 70.000 y los 150.000.
¿Cómo queda la advertencia del «Nunca más», que resume la pedagogía de Auschwitz? Asegura Piotr Cywiński, historiador y director del memorial y el museo de Auschwitz-Birkenau: «Nunca antes en la posguerra el recuerdo había sido tan importante como ahora... Creo que nos encontramos en un enorme punto de inflexión. Todo ha cambiado muy, muy deprisa. Y esos cambios están afectando muy, muy profundamente a algunos de los factores más importantes de nuestra civilización. Por eso creo que en estos tiempos necesitamos algunos puntos de referencia muy tangibles». Auschwitz debería ser uno de ellos.
No parece que estemos en ese camino. De entrada, la polarización reinante impide una aproximación a una lectura común, por lo que no habrá intervenciones políticas en esta ocasión. Sin embargo, los conflictos citados confieren una indiscutible dimensión política a este aniversario que coincide con la segunda llegada de Trump al Gobierno de EE UU. Uno de los elementos que desembocaron en el Holocausto fue la creación del concepto de vidas superfluas. Para Hannah Arendt, convertir a las personas en seres superfluos es el mal radical, un síntoma de tiempos oscuros. El presidente que alentó el asalto al Capitolio ha acusado a los inmigrantes de comerse 'nuestras' mascotas y le ha faltado tiempo para ordenar redadas contra ellos en escuelas e iglesias. La normalización de la deshumanización y la descivilización.
Hay dos formas extremas y polares de impugnar la pedagogía de Auschwitz. El negacionismo y el antisemitismo lo hacen por defecto: el Holocausto no existió o no fue para tanto. Ambas suponen un blanqueo del nazismo. Por limitarnos a Alemania, a los sectores minoritarios supremacistas se unen ahora jóvenes que defienden una «historia sin complejos», Hitler incluido. El genocidio ha dejado de ser tabú y el «Nunca más» ha perdido valor normativo. En el léxico de Alternativa para Alemania (AfD) el monumento a la memoria de los judíos es una vergüenza y el orgullo de ser alemanes va de mano con el odio a los inmigrantes. Elon Musk desplegó el saludo romano y alentó a votar a AfD un año después de visitar Auschwitz.
En el otro extremo se encuentra la tesis de la exclusividad del Holocausto. Viene a afirmar que siendo Israel la víctima absoluta le está perennemente garantizada la inocencia. La invocación del 'derecho de Israel a defenderse' incorpora a menudo este corolario y desdibuja la 'Nakba'. El antisemitismo se ha utilizado a menudo con esta finalidad, como un privilegio especial de Israel a ser protegido de cualquier impugnación, incluida la de la Corte Penal Internacional.
La deriva del Gobierno israelí y los apoyos de que goza son un mal presagio para el orden normativo creado tras la hecatombe civilizacional de Auschwitz. El giro autoritario global obliga a centrar la mirada porque, como escribió Jorge Santayana, si ignoramos las lecciones de la historia corremos el riesgo de repetirla. De modo que, siguiendo a Enzo Traverso, hay que escuchar a los alertadores de incendio antes de que sea tarde.
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