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La pandemia del covid-19 impide hoy que llenemos las calles de color morado, que nos manifestemos y abracemos en nombre de la igualdad pero no hará que sigamos defendiéndola desde nuestras casas, desde nuestros hogares, en nuestros puestos de trabajo o en cada ... momento de un 8 de marzo en el que es tan urgente como los años anteriores reivindicar los mismos derechos y oportunidades para las mujeres.
Hay muchas razones para hacerlo, pero dos que son fundamentales en el contexto que vivimos y que exigen de nosotras, y de los hombres que se suman a nosotras, que alcemos la voz más fuerte este 8 de marzo, pero también los 365 días del año para defender el camino recorrido pero, sobre todo, el que nos queda por recorrer. El primero de esos motivos es el mayor impacto social y económico que la crisis está teniendo, de nuevo, sobre nosotras, aumentando la brecha de género y la desigualdad con la que ya combatíamos antes de que un virus apareciera en nuestras vidas hace justo un año.
De hecho, el covid-19 ha aumentado la brecha de género en el empleo hasta máximos desde el año 2007, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. A cierre del tercer trimestre de 2020, la tasa de paro de las mujeres era del 18,39%, exactamente cuatro puntos porcentuales por encima de la de los hombres
Pero es que además, las mujeres hemos sufrido más precariedad y sobrecarga de trabajo durante la pandemia, en la que hemos tenido que compatibilizar el teletrabajo con el trabajo en el hogar, el cuidado de nuestros mayores y nuestras hijas e hijos.
El Gobierno de España avanza para sentar las bases y erradicar tantos signos de desigualdad, impulsando políticas laborales más justas, asegurando la corrección de la discriminación salarial en las empresas que vulnera los derechos fundamentales de la mitad de la población.
De la misma forma, hay que combatir la brecha de género a futuro, en las pensiones, ya que esa brecha laboral y salarial que sufrimos cuando trabajamos, se traduce en peores pensiones también para nosotras, aumentando también la brecha de género. Una brecha de género que se produce tras el nacimiento del primer hijo, momento en el que el progenitor, en un 98% de los casos mujeres, se encarga de cuidarlo en detrimento de su carrera profesional con la consiguiente pérdida de ingresos.
Por eso, el Gobierno de España ha aprobado hace unas semanas un nuevo complemento de pensiones vinculado a la maternidad y paternidad, que sustituye al actual complemento de maternidad, que perciben las mujeres con dos hijos, reduciendo al 5% la brecha de género en las pensiones, que se sitúa en torno al 30%.
Si no existe corresponsabilidad real, si el emprendimiento en femenino sufre trabas, si los salarios y pensiones de las mujeres son más bajos no vamos a poder garantizar nunca una vida digna para las mujeres, pero sobre todo no vamos a alcanzar la igualdad plena, real y efectiva que defendemos para nosotras sin menoscabar ni uno solo de los derechos de los hombres.
Y es ahí donde hay, en este 8 de marzo pandémico, otra razón poderosa para, sin salir a las calles, defender nuestros derechos, que es luchar contra los negacionistas de la violencia machista, combatir la fobia a la defensa de la igualdad, y evitar el retroceso no solo social y económico, sino también sociológico, de una sociedad que está comprometida con la defensa de la igualdad y que no puede dar ni un paso atrás.
Las mujeres y la lucha por los derechos de las mujeres siempre han tenido una fuerte oposición de quienes no quieren que nada cambie para que todo siga igual para ellos. La mejor respuesta a la ultraderecha es avanzar en igualdad con paso firme, mirando todo lo que nos ha costado llegar hasta aquí con el concurso de todas las mujeres, defendiendo que la igualdad no es contra nadie sino para todos, para hacer un país mejor en el que todos y todas tengamos los mismos derechos, las mismas oportunidades, pero también las mismas responsabilidades. Para lograr todo ello, vamos a impulsar políticas públicas a favor de la igualdad salarial y en el empleo, contra la explotación sexual, contra todos los signos de discriminación que existen y sobre todo, contra la violencia y los asesinatos machistas. Es nuestra hora, es la hora de avanzar, este es un 8 de marzo para tomar impulso contra la desigualdad.
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Ana del Castillo
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