Mascarillas, caras y caretas

Los orientales parece que siempre han sido más aficionados que nosotros al uso de mascarillas, quizás porque ya tenemos bastante con las caretas del Carnaval, los encapuchados de Semana Santa y algunos «caras». Y como por aquí, de momento al menos, no hay epidemia, mientras ... preparamos el ambiente carnavalero, inauguramos el día de San Valentín nuestra Feria del Stock. Esta iniciativa es un buen estímulo para los 65 comercios que participan en el encuentro. Será un éxito, seguro. Nuestra economía local no puede moverse en esas grandes cifras millonarias que hoy se manejan casi como propinas. El presupuesto presentado por nuestro Ayuntamiento para este año es de 51,3 millones de euros; una cifra importante. Sin embargo a la senadora por Cantabria, Isabel Fernández, debió de parecerle una propina la cifra de 42 millones, pues siendo este el importe a reclamar con urgencia del IVA para su devolución a nuestra región, no tuvo inconveniente en votar en contra. ¿Hará lo mismo con la deuda pendiente de 22 millones del Hospital Valdecilla? Mejor hablar de San Valentín. En el calendario cristiano occidental, desde fines del siglo V, esta festividad que lleva el nombre del santo marca la mitad del mes de febrero. En época de persecución religiosa por Claudio II, este santo romano acudía a las cárceles para santificar los amores de los cristianos prisioneros. Esto fue suficiente para que el emperador ordenara su decapitación. Estas cosas algo han cambiado. Es cierto que cada vez en nuestra sociedad hay menos matrimonios religiosos, e incluso no solo han descendido las uniones civiles sino que son más tardías. La sociedad del futuro será muy diferente, pero no podemos adivinar y mucho menos juzgar si será peor o mejor. Hablar hoy del amor contrasta con el debate sobre la Ley de Eutanasia presentada por el Gobierno actual en las Cortes. Alarmante resulta que los políticos —con cara y sin careta— vayan a encargar para ejecutar tan «honrosa» misión al personal sanitario cuyas armas siempre han sido para dar vida, o por lo menos aliviar. ¿Es esto progresismo?