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Las primeras mascarillas de uso médico aparecieron durante la epidemia de la peste negra que asoló Europa en el siglo XIV. Eran las máscaras de pico de pájaro, que junto a sombreros, guantes y un largo abrigo encerado completaban el atuendo médico que aparece con ... mucha frecuencia en las ilustraciones de libros de historia. Tratar a los enfermos vestidos de semejante guisa ofrecía poca protección, lamentablemente, ya que la peste se transmitía por las picaduras de las pulgas; así que muchos de aquellos médicos formaban parte del tercio de la población europea que la pandemia se llevó por delante.
Las mascarillas de gasa para uso quirúrgico que conocemos empezaron a utilizarse en 1897, cuando el cirujano rumano Johann von Mikulicz desarrolla la teoría de la infección por gotas. Sin embargo, no fueron obligatorias hasta 1926, cuando en heridas infectadas se encuentran los mismos microorganismos que había en las narices y gargantas de cirujanos y enfermeras. Para entonces, su uso ya se había generalizado entre la población, cuando fue impuesta por las autoridades durante la gran pandemia de gripe española, aunque empezaron a verse relegadas a partir del final de la 1ª Guerra Mundial.
El salto importante en el diseño de mascarillas se produjo en los años 50, de la mano de Sara Little Turnbull, editora de la revista House Beautiful que tuvo una carrera de más de 50 años como diseñadora y asesora de empresas. Junto a su socia Adele Simpson, buscaba una solución para mejorar el ajuste y la eficiencia de las mascarillas que los médicos solían llevar colgando. Comenzaron pensando en adaptar una hombrera, pero luego una de las empresas que asesoraba, 3M, le presentó un nuevo material que pensaban utilizar para envolver regalos, un material no tejido hecho a base de polímeros. Sara Little supo ver en ese producto muchas más posibilidades, y presentó un centenar de opciones a los directivos de 3M en una reunión.
Entre las propuestas estaba la de usarlo para hacer copas de sujetador moldeadas, y había otra propuesta que, partiendo del diseño de la copa, creaba una máscara que se ajustaba a la cara, más cómoda, ligera y práctica que las usadas por los médicos. En 1961, 3M patentó una mascarilla antipolución basada en su concepto, con bandas elásticas en lugar de las cuerdas que resultaban difíciles de ajustar, y una pinza para la nariz. El primer diseño estaba destinado a uso industrial, mejoras posteriores de la mano de Peter Tsai las transformaron en las mascarillas N95 utilizadas en el ámbito sanitario. Las mascarillas que usamos hoy se derivan de ese diseño original de Sara Little, que se ha convertido en el pan nuestro de cada día.
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