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Pues sí, en las matemáticas, como en el resto de disciplinas, la mujer ha sido ninguneada por el mero hecho de serlo cuando en la realidad han sido muchas sus aportaciones al mundo de los números y las operaciones enrevesadas. Esas que empiezan en la ... parte superior del encerado y acaban en la parte inferior, con el escribiente agachado, casi, casi, de rodillas. y con una cara de satisfacción, como si fuera el mismo Einstein en persona con su «E igual a mc al cuadrado», o Newton 'dándole al coco' mientras se comía la manzana caída del árbol, cuando de la Ley de la Gravedad no se sabía 'ni papa'.
Mujeres que, como Hipatia de Alejandría, se atrevían a comentar la 'Aritmética de Diofanto', o Sophie Germain con sus aportaciones a la teoría de los números, o María Gaetana Agnesi que, con su obra 'Instituzioni', consiguió casar los puntos de vista de Newton y Leibniz, sin olvidarnos de Sofía Kovalevskaya y sus ecuaciones diferenciales, de Emmy Noether y su teorema, de Julia Robinson y sus ecuaciones diofánticas, de Mary Cartwright y sus ecuaciones brillantes, y demás científicas ocultas hasta nuestros días.
Pero aún hay más. Resulta que el profesor de la Historia de la Ciencia en la Universidad Complutense madrileña Francisco González Redondo, lleva muchos años intentando demostrar la veracidad de la conjetura de Zaslavsky, según la cual las mujeres serían las primeras matemáticas de la historia, después del hallazgo de un hueso de poco más de 10 cm en África, el llamado hueso Ishango, con una antigüedad de más 20.000 años, que parece tener la clave del origen de uno de los rasgos principales de la mente humana: la capacidad de pensamiento matemático.
Según la 'etnomatemática' estadounidense, basándose en las 168 inclusiones transversales del citado hueso, teniendo en cuenta que en dos de las columnas hay 60 muescas, que en la tercera 48, y que 168 es lo mismo que 6 veces 28, llegó a la conclusión de que podría tratarse de un recuento de 6 ciclos menstruales, por lo que, si la decoración del hueso fuese obra de una mujer, habría que deducir que los primeros seres humanos que registraron el pensamiento matemático fueron mujeres, puntualizando el profesor de la Complutense que, para encontrar nuevos hallazgos que avalen dicha conjetura, no es necesario ir a África, cuando podemos encontrarlos en las cuevas de Altamira.
Vamos, que todo apunta, que las matemáticas tienen nombre de mujer, mientras Adán le sigue dando 'la vara' a Eva con lo de «mira que te dije que no arrancaras la manzana». ¡Qué pelmazo!
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