Secciones
Servicios
Destacamos
Es verdad que hay una soledad beneficiosa y necesaria para que el hombre aprenda a vivir la intimidad con Dios y consigo mismo. Pero tan importante es la compañía para el ser humano que Antonio Machado pudo llegar a decir con razón: «Un corazón solitario, ... no es corazón». El ser humano no está hecho solamente para vivir, sino para convivir. Ha escrito el doctor J. López Ibor que «el ser humano no puede vivir en solitario, enloquecería». Por eso busca compañía y, cuando no la encuentra, sufre. Llega hasta el desconsuelo de las lágrimas y la amargura del corazón. El hombre, además, no solamente está llamado a vivir junto a otros, sino que está invitado a vivir para otros, está hecho para crear una comunión de personas.
Puede parecer una paradoja que la soledad se de en un tiempo y en una cultura como la actual, en un mundo inter-comunicado como en ninguna otra época de la historia por las nuevas tecnologías. Pero se ha llegado a afirmar que somos 'solitarios interconectados'. «Una de las mayores pobrezas de la cultura actual -denuncia el papa Francisco- es la soledad, fruto de la ausencia de Dios en la vida de las personas y de la fragilidad de las relaciones. Asimismo, hay una sensación general de impotencia frente a la realidad socioeconómica que a menudo acaba por aplastar a las familias». ¿Quién puede negar la realidad social que tocamos y palpamos cada día? La verdad es que los hombres de hoy conocemos el drama y la desdicha de la soledad. Son muchas las personas de nuestro entorno que viven solas, sin «compañía» alguna.
Casi cinco millones en la España actual. Son muchas también las que mueren en soledad física y en soledad espiritual. Se trata del proceso de deterioro que promueve el individualismo y los estilos de vida cada vez más individualistas. La 'nueva normalidad' que se nos va imponiendo tiende a aislar a las personas, rompiendo los principales vínculos humanos. Ancianos y jóvenes, sobre todo, ven muy debilitados los vínculos familiares. La psicología y la psiquiatría conocen lo que se denomina síndrome de la soledad. Se trata de una patología caracterizada por el egocentrismo, la tristeza, la susceptibilidad paranoide... Se trata de un sentimiento desconsolador de desarraigo y aislamiento producido por el vacío existencial del desamor padecido.
Necesitamos personas y familias que puedan convivir y compartir de modo que se generen entre ellas vínculos y relaciones sanas y sanadoras. Hay que romper las tendencias individualistas. Si pretenden que vivamos solos y aislados, apostemos por vivir juntos y asociados. Otra forma de vivir más sencilla y austera puede facilitar las cosas.
¡Pero para superar radicalmente la soledad necesitamos, sobre todo, una compañía que no nos falle en ningún momento! Ni durante la vida terrena con sus encuentros y desencuentros, ni en la muerte. Esa compañía solo puede dárnosla Jesucristo que nos ama infinitamente con amor misericordioso: un amor que perdona, reconcilia y sana los corazones, sin fronteras de tiempos y circunstancias. Alguien que puede amar y ama eternamente.
En este sentido, Benedicto XVI, en su viaje a Alemania el año 2006, eligió muy acertadamente el lema: «El que cree, no está solo». Y el 12 de septiembre de 2017, escribía: «Una casa es el hogar. Proporciona comunidad y seguridad. Así la imagen de la casa expresa la oposición al abandono, a la soledad que amenaza a tanta gente hoy. En la era de los medios de comunicación, en la que nadie parece estar solo, sino siempre conectados, es precisamente esta cooperación universal del yo con el tú, de corazón a corazón: el encuentro mediático reduce las distancias entre nosotros, pero al mismo tiempo nos aleja de la proximidad personal más cercana. La casa, por otro lado, muestra la verdadera convivencia, en la que trabajamos juntos, nos sentamos a la mesa, saboreamos la alegría y el dolor».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.