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Todavía no protestan mucho, pero, efectivamente, cada vez son más los mayores que alzan la voz. Y sospecho que la tendencia se va a incrementar. Y yo la apoyo: creo que tienen razón, que sus reivindicaciones son justas, que su guerra es legítima.
Uno. ... Como sabemos, en nuestro mundo, y específicamente en la sociedad española, hay muchas desigualdades, muchas injusticias, muchos grupos humanos desfavorecidos, marginados y humillados. Además, por nuestro egoísmo, inconsciencia y torpeza, hacemos daño a la madre tierra que nos da la vida, a la naturaleza, a la fauna y a la flora. Sí, ¡son tantas las causas por las que luchar, por las que indignarse, por las que alzar la voz!: la desigualdad entre hombres y mujeres, la lucha contra la pobreza, la protección de la infancia, la atención a los que tienen algún tipo de discapacidad, a los que padecen enfermedades, el combate contra todo tipo de discriminaciones: por raza, etnia, credo, condición sexual; el mundo rural abandonado, la defensa del medio ambiente... Todas ellas son causas que exigen atención y apoyo. Efectivamente, nada de lo humano nos puede ser ajeno, y tampoco podemos quedar al margen de la vida natural.
La lógica es rotunda: la solidaridad, la ayuda mutua, el hoy por ti mañana por mí, es fundamental para vivir en sociedad, para lograr la armonía del grupo y procurar la felicidad de todos. El egoísmo, el egocentrismo, tienen las patas muy cortas. Todos necesitamos ayuda; hoy la necesito yo, mañana la necesitarás tú.
En esta ocasión quiero apoyar la causa de los ancianos. Con su permiso, me detengo en ella.
Dos. Varios sucesos e informaciones han tenido a los mayores como protagonistas. La causa más reciente es la campaña que reclama a los bancos un trato más humano. Como saben, a través de la plataforma Change.org, un jubilado valenciano de 78 años inició una recogida de firmas y en poco tiempo ha reunido más de 600.000 (entre ellas la mía).
En varias entrevistas, el jubilado que tomó la iniciativa ha declarado:
-«Queremos que los bancos atiendan a las personas mayores sin trabas tecnológicas y con más paciencia y humanidad, y que mantengan oficinas abiertas donde pueda atenderte una persona; que no todo se tenga que hacer por internet. Muchas personas mayores están solas y no tienen a nadie que les ayude».
-«Las personas mayores existimos, somos muchas y queremos que nos traten con dignidad».
Los argumentos son tan sólidos que la causa se ha difundido por todos los medios de comunicación; y en la calle, en muchas conversaciones, se han subrayado tres argumentos:
1. Los bancos -y otras muchas entidades- cada día tratan con mayor frialdad a la gente (ciudadanos y clientes).
2. La imposición del uso de las nuevas tecnologías para hacer muchas gestiones dificultan la vida cotidiana de un sector importante de la población.
3. Son muchos los ancianos que sufren los problemas de la brecha digital, y muchos más padecen falta de consideración: se les exige que todo lo hagan rápidamente, no se presta ayuda al que tiene alguna dificultad, incluso, en ocasiones, se les trata de forma displicente.
La repercusión de la campaña está siendo tan importante que hasta la vicepresidenta Calviño y el Defensor del Pueblo han intervenido reclamando a las entidades financieras que busquen fórmulas para atender correctamente a los ciudadanos.
Hace tiempo, El Diario Montañés informó de que varios centenares de estudiantes de la región habían asistido a unas jornadas sobre 'El buen trato a las personas mayores'. La iniciativa también se ha desarrollado en otras regiones. En Madrid se publicó un libro con ese título y en él, entre otros argumentos, se dice algo muy lógico: «Los mayores, al igual que el resto de los ciudadanos, tienen derecho a vivir en entornos donde sean tratados con respeto».
En este mismo periódico, el periodista Rafa Torre informó de la nueva normativa regional en relación con las residencias de ancianos y recogió las palabras de la consejera de Políticas Sociales, Ana Belén Álvarez: «Las residencias se organizarán en módulos de 30 personas para que exista una atención más personalizada(...). De esta forma, la vida cotidiana se desarrollará de forma más familiar, en un ambiente menos masificado y los usuarios podrán convivir en un ambiente más parecido a un hogar».
Concluyo. Sospecho que somos muchos los que aplaudimos iniciativas como las mencionadas. Pero, modestamente, opino que hay que ir mucho más allá; no son suficientes iniciativas aisladas; hace falta una política pública que preste atención específicamente a los mayores; y debe ser transversal a los diversos ministerios-consejerías, y debe ser sostenida en el tiempo. Además, es necesario un movimiento social que empuje a esa política y que luche por la mejora continua de la situación de los ancianos. Sí, efectivamente, de la misma forma que existen movimientos sociales en relación con las mujeres o con el medio ambiente.
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