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Cocinar es un proceso basado en la observación, el cual no puedes realizar si estás completamente enfocado en la receta». Alton Crawford Brown. Chef y ... presentador estadounidense. Si algo estamos aprendiendo estos días es que entre las actividades de moda durante el confinamiento se encuentra la de cocinar. Asisto maravillado en las redes sociales, como conocidos y amigos que hasta la fecha lo máximo que habían llegado a preparar era un huevo frito con patatas involuntariamente reconstruido, se hayan lanzado a la alta cocina elaborando platos dignos de cualquier restaurante con estrella Michelin. Contagiado por esa fiebre, ¡qué ironía!, el otro día me propuse cocinar una tarta de chocolate. Para prepararla como es debido estudié los ingredientes y sus cantidades, aprendí trucos y consejos de vídeos que encontré en internet y comprobé si contaba con todos los aparatos necesarios para poder deleitar a la familia. Mientras hacía todo eso pude reflexionar sobre una idea. Salvo que hayas nacido con un don natural para la cocina, que no es mi caso, o tengas la experiencia de haber preparado cientos y cientos de tartas, que tampoco, no queda más remedio que seguir al pie de la letra la receta, con miligramos y todo, y prestar mucha atención a cada proceso que vas realizando, porque si no, las posibilidades de fracaso son muy altas.
De un modo análogo y transportándolo al tema que nos ocupa en las últimas semanas, los dirigentes políticos, responsables últimos de la gestión de la pandemia Covid-19, deberían seguir paso a paso las recomendaciones de los expertos sanitarios y no dejarse arrastrar por la improvisación. Me preocupa, no lo voy a negar, que las últimas indicaciones de volver al trabajo en ciertos sectores se hayan producido sin tener una idea exacta de en qué punto nos encontramos con respecto a la pandemia. Hasta donde yo conozco, los estudios de sero-prevalencia que nos anunciaron no se han llevado a cabo aún, y sin esos datos, resulta atrevido promover cualquier movimiento de desescalada. Para centrarnos. ¿Cuál es la situación actual? Nos hallamos todavía en la primera fase, aquella que intenta reducir la propagación del virus de forma radical y salvar las máximas vidas posibles. La duración de esta etapa no se puede negociar, de ninguna manera. Aquellas personas más preocupadas por la economía que por la salud seguramente sientan la necesidad de presionar para que se avance hacia la Fase 2 lo antes posible. Si me preguntaran a mi, no hay dinero en el mundo que pueda compensar poner en peligro cualquier vida humana, ya sea la de 45 años, o la de 98, me da exactamente igual. Y he aquí la gran dificultad de ser político, escuchar a unos y a otros y ser responsable de la decisión que se tome, porque resulta infinitamente más fácil llegar al poder que saber gobernar. Para decidir, sería conveniente medir. En la situación en la que nos encontramos, atravesando nuestra ya mencionada cordillera, necesitamos cargar la mochila con datos. ¿Se acuerdan de la receta de la tarta de chocolate? Pues eso, los dirigentes políticos no poseen experiencia en haber gestionado cientos y cientos de pandemias, y tampoco han nacido con un don natural para resolverlas. Por eso mismo, el deber de los expertos sanitarios tras analizar todos los estudios será redactar la receta, en forma de recomendaciones, para que la elaboración por parte del cocinero sea un éxito. De igual manera, los gestores tendrán que ser capaces de meter la cuchara durante el proceso de elaboración y rectificar con un poco más de azúcar si es necesario. Cada medida política que se vaya adoptando, basada en informes sanitarios o no, deberá ser analizada y estudiada antes de decidir continuar con la siguiente.
¿Y hasta cuando vamos a estar confinados? Esa es la pregunta del millón. Según un trabajo titulado 'National Coronavirus Response: A road map to reopening', elaborado por el American Entreprise Institute, una vez que conozcamos los resultados de este ansiado estudio de prevalencia, que los sistemas sanitarios no estén colapsados pudiendo diagnosticar y tratar a todos los infectados sin excepción y que las distintas comunidades reporten una tendencia a la baja de casos nuevos durante 14 días consecutivos, podremos empezar a pensar en la siguiente etapa, que es la de relajar las medidas de confinamiento. Cuanto más prudentes seamos, menos posibilidades tendremos de retroceder y perder todo lo que hemos logrado. Y para conseguir esto, nos pueden ayudar las nuevas tecnologías. No me cabe duda de que en las próximas semanas cobrarán más protagonismo aplicaciones informáticas para detectar, notificar y aislar de forma inteligente casos y contactos. Resulta un tanto hipócrita quejarnos del uso de la tecnología en beneficio de nuestra salud cuando un porcentaje alto de la población comparte las fotografías de sus vacaciones en Instagram, las reflexiones en Twitter o los quehaceres diarios en Facebook. En cualquier caso, paciencia y optimismo. La población, a pesar de una ligera relajación en los últimos días, se está comportando de forma espectacular. Confío en que el cocinero esté a la altura de sus comensales.
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