El mejor ascenso

En ese sentido, cualquiera diría que ha sido un paseo pero nada más lejos de la realidad. Hace escasamente tres meses, el partido frente al Badajoz, en una mañana de domingo espectacular, uno se cuestionaba si lo mejor era disfrutar del día en otros sitios o seguir sufriendo partidos en los que tu equipo siquiera levantaba un mísero uy del público. Exactamente tres días después, el Racing daba una lección de competitividad en casa del gran rival, dándonos a todos -y a sí mismo- una dosis de autoestima que sería definitiva. Y a partir de ahí, todo cambió. ¿De repente?

Evidentemente, no. Romo advirtió que el equipo iría a más en cuanto cogiera los dichosos automatismos. Aunque las urgencias en equipos como el nuestro no entienden de esos discursos -es lo que tiene el Racing en esta categoría-, lo cierto es que el punto de inflexión de la temporada, ese triunfo en La Coruña, puso en el escenario una competitividad sobresaliente y un juego, por momentos, apabullante. Sí, todo cambió, la visión que sobre el equipo el aficionado había acumulado durante los cinco meses previos de competición… y el propio equipo. A partir de ahí, el recital ha sido de tal calibre que el ascenso no tiene parangón en cuanto a números y, necesariamente, pasará a la historia, situándose como héroe indiscutible el último gran hijo de la cantera cántabra, Pablo Torre, un jugador por el que merece la pena ir a un estadio.

Inolvidable. Espectacular. Inigualable. Me siento muy orgulloso como racinguista.