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La petición de 66 tabletas realizada por Ignacio Díaz, director del colegio José María Pereda de Torrelavega a la Consejería de Educación con el fin de ayudar a los alumnos más necesitados durante el tiempo que durara el confinamiento, es de una lógica aplastante. ... Lo sorprendente y absurdo es la respuesta de la Consejería de Educación. Les mandaron 12 ordenadores portátiles y 19 tabletas. En total 31. Ni que se tratase de un mercadillo donde se juega a regatear.
Nuestros dirigentes políticos tienen que demostrar si realmente creen en la educación como medio de desarrollo integral, facilitador del conocimiento científico, inspirador de la creatividad, la innovación y como un medio en la preparación de los escolares para integrarse en la sociedad del futuro con garantías de éxito, y por lo tanto apoyan las solicitudes de los educadores o muy al contrario se limitan a cumplir con mínimos las ayudas solicitadas.
La situación que ha vivido el citado colegio, por desgracia, muy posiblemente, se repita en múltiples centros de Cantabria. Pero, aunque no sea así, la necesidad de preparar a los jóvenes en el manejo técnico y educativo de los medios tecnológicos es urgente si no deseamos quedarnos a la cola de Europa. El futuro económico y social pasa por el dominio de las tecnologías, tal como lo están haciendo desde tiempo atrás los países del Norte y algunos de América Latina.
No pido 66 tabletas prestadas. Solicito la compra de 46.119 tabletas. Una para cada escolar en Educación Infantil (3-6 años) y Primaria. Lo cual, traducido en euros, siempre y cuando se realice una buena gestión en la compra, puede estar cerca de los 7 millones de euros. ¿Son muchos euros? Pero es que han recibido o recibirán 22,1 millones del fondo educativo del Gobierno central.
¿Cómo y en qué los invertirán? Sería bueno que lo explicaran. No se puede continuar utilizando cantidades paupérrimas como respuesta: 31 ordenadores, la contratación de 368 nuevos docentes, cuando la necesidad es mucho mayor o mantener un sistema informático que se colapsa con cierta frecuencia dificultando el desarrollo normal académico. Hacer frente a los retos del cambio profundo, no significa repartir «migajas».
Dice la inefable Neurobióloga y Científica Cántabra, Mara Dierssen, en su libro, '¿Cómo aprende (y recuerda) el cerebro?', que «seguramente la educación es uno de los pilares de la sociedad que se ven más afectados por la evolución de la humanidad. No solamente recibe el impacto de los cambios tecnológicos, que están modificando nuestra manera de aprender, de entender y de relacionarnos, sino también la influencia de estos cambios en las personas y su cultura, que en gran medida son quienes han de dirigir la propia educación».
Tenemos que adelantarnos al cambio necesario sin esperar que sea el coronavirus o cualquier otra circunstancia lo que nos obliguen en su ejecución. Qué mejor ayuda a los profesionales de la educación, a los escolares y sus familias, que facilitarles herramientas (Tabletas) para mejorar los procesos de aprendizaje y la adquisición de conocimientos.
En Educación no se puede ser tacaño, hay que ser generoso, ya que el beneficio a corto, medio y largo plazo es incuestionable. Pero, además, es que salimos beneficiados todos, ya que tendremos una sociedad con buenos profesionales.
Señor Revilla, presidente, no hace mucho leí unas declaraciones suyas en las cuales hablaba de proyectos «autonómicos» en los que participen ayuntamientos y Gobierno. Lo encuentro perfecto ya que hablamos de administraciones públicas que actúan con el dinero de todos los ciudadanos. ¿Puede haber una mejor manera de utilizarlo que facilitando la educación de nuestros jóvenes? Emplear unos pocos millones en un proyecto conjunto con el Gobierno, sería un acto político ejemplar para los contribuyentes, una clara apuesta por la educación en Cantabria y una ayuda a los educadores, que en estos momentos están en primera línea para no permitir que la educación sufra un daño considerable por el coronavirus. Ahora pueden convertir la teoría en realidad. Si de verdad consideran, todos los políticos, que la educación es importantísima en cualquier país del mundo, tienen la obligación, Ayuntamiento y Gobierno Autónomo, de sentarse para dialogar cómo gestionar la compra de esas 46.119 tabletas, a todos los escolares de 3 a 12 años de Cantabria. Les podemos asegurar que no se arrepentirán y Cantabria siempre lo recordara con satisfacción.
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