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Tal día como hoy, seis de junio de 1944, cien mil soldados norteamericanos, británicos, canadienses y unos pocos franceses, polacos y australianos desembarcaron en las playas de Normandía en la mayor operación logística y militar de la historia. Varios miles de jóvenes entregaron su vida ... para impedir que el régimen nazi impusiera su dictadura en Europa y que los japoneses sojuzgaran China, Filipinas, Malasia y casi todo el oriente lejano. Hoy, tras setenta y siete años de aquella epopeya, es obligado recordar el sacrificio de Estados Unidos por combatir, lejos de su tierra, a Hitler y su criminal política racista, supremacista y tiránica. El presidente Roosevelt pronunció el 'Europa first' que suponía priorizar el frente europeo ante los combates en el Pacífico, pese a que la amenaza de Japón era próxima para los EE UU y la de los nazis lejana.
El presidente norteamericano, Franklin Delano Roosevelt mantuvo firme su promesa de volcarse en el frente europeo, pese a la fuerte oposición interna de millones de estadounidenses que consideraban que la prioridad debía ser el combate contra el imperio japonés. El día seis de junio de 1944 se produjo la mayor operación militar de todos los tiempos y se dio el paso definitivo para derrotar a Hitler y Mussolini.
Europa debe mantener vivo ese día. Cuando en estos momentos se reivindica la memoria histórica conviene no perder la perspectiva y recordar que gracias al esfuerzo de todo un país fue posible acabar con el totalitarismo nazi y con la crueldad del Japón, dispuesto a sojuzgar todo Oriente.
La Segunda Guerra Mundial comenzó con el pacto entre las dos grandes dictaduras del pasado siglo: el acuerdo alcanzado entre el ministro de exteriores alemán, Ribbentrop y su homónimo soviético Molotov. Stalin y Hitler invadieron Polonia y se repartieron el territorio convirtiéndose en aliados. Gracias a esa alianza la invasión germana de Francia, en el verano de 1940, fue más sencilla, porque el partido comunista francés actuó como quinta columna y todo el poder que tenía lo volcó en disuadir a los franceses de combatir a Hitler, porque junto con Stalin «estaban construyendo un mundo nuevo, un paraíso para los trabajadores». La bandera del pacifismo se puso al servicio del totalitarismo.
El seis de junio de 1944 la guerra dio el vuelco definitivo: tras las derrotas del Eje en Stalingrado, Norte de África y la invasión de Italia, un millón de hombres y una ingente cantidad de carros de combate, artillería y aviación avanzaba para liberar Francia y amenazar directamente a Alemania.
Casi de forma simultánea al desembarco de Normandía, el ejército soviético lanzó una ofensiva general en el Este que obligó a las tropas del Eje a combatir en tres frentes: Francia y países bajos de un lado, la Europa del Este por otro y también en Italia. El mismo día de la batalla de Normandía el ejercito americano entraba en Roma y recuperaba casi toda Italia. En agosto las tropas aliadas, con un grupo de españoles en punta de lanza, entraban en París.
De la Segunda Guerra Mundial debemos mantener en la memoria lo importante: fue la lucha de quienes defendían la libertad contra la tiranía. La constatación de que las políticas de apaciguamiento, basadas en concesiones a los países matones, no funcionan y que, como ha determinado la UE, tanto el nazismo como el comunismo son doctrinas políticas antidemocráticas que no han logrado elevar los niveles de bienestar y libertad donde han gobernado.
Hoy se conmemora el septuagésimo séptimo aniversario del desembarco aliado en Normandía, un hito histórico que no debemos olvidar, porque en las playas del norte de Francia murieron miles de jóvenes que entregaron sus vidas para salvar a personas, que no eran sus compatriotas, de la opresión y la dictadura. El pueblo norteamericano se volcó en ayudar a Gran Bretaña y al resto de países europeos y lo hizo no solamente con su ayuda material, sino con las vidas de una parte de una juventud que inicialmente veía el conflicto europeo como algo tan lejano como ajeno.
Esta fecha del seis de junio debería ser rememorada en toda Europa y lo ocurrido formar parte del currículum educativo de los países de la UE. La memoria histórica es un elemento esencial en la construcción del futuro y por ello debe ser tenida en cuenta, en su globalidad. Sin sectarismos ni exclusiones.
Hoy, en las playas de Normandía, se rinde homenaje a unos hombres que lucharon lejos de su país para combatir la opresión, la barbarie y el totalitarismo.
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