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De mentiras y embustes

La historia reciente de España nos enseñó a 'olvidar y perdonar' sin reconocer ni asimilar lo ocurrido

Martes, 6 de octubre 2020, 07:14

Una característica común del fascismo, es creerse sus propias mentiras. En la Alemania nazi, el 'Ministerio de Propaganda' se ocupaba de dar por verídicos datos falseados y silenciar todo aquello que no era favorable al régimen. No nos cuesta reconocerlo en el relato que ... desembocó en la II Guerra Mundial, no nos cuesta señalarlo como herramienta incuestionable del fascismo alemán que malogró vidas más allá de sus fronteras. Otra cosa bien distinta es reconocerlo en nuestras propias carnes. La historia reciente de España nos enseñó a 'olvidar y perdonar' sin reconocer ni asimilar lo ocurrido. Se pasó a una democracia basada en unos pilares endebles que centraban la atención en algo así como 'lo que no se nombra, no existe'. El miedo de una parte y la falta de reconocimiento de los crímenes e injusticias cometidas, por otra. Así como tuvimos que malvivir con la contradictoria idea de que libertad y dictadura era posible en una España de posguerra; actualmente, tenemos que lidiar con el blanqueo del franquismo por parte de una clase emergente que legitima periodos de la historia que debieran ser moralmente restaurados. En el escrito que justifica su moción de censura a Pedro Sánchez, Vox asegura que el Gobierno de Zapatero, con la aplicación de Ley de la Memoria Histórica de 2007, «retiró todos los honores a personajes de la derecha [del periodo] 1931-78». Muchas fueron las personas que se callaron, o claudicaron, durante la transición por el bien de un objetivo común: un paso hacia la democracia. Pero la tibieza de las medidas adoptadas, con tal de pasar página, dejaron un hueco disponible para que actualmente vivamos estas manifestaciones que rechazan no una memoria histórica, sino una justicia histórica. Todo el mundo se rebelaría y clamaría al cielo si Alemania permitiese algo similar. Si no honrase a las personas perseguidas, acosadas y asesinadas por el régimen fascista nazi. Pero, cuando el líder de dicho partido se atreve a declarar «Vox no tiene una postura sobre la Guerra Civil y el franquismo. Los españoles tenemos derecho a interpretar nuestro pasado cada uno como quiera», está negando el rigor histórico; algo muy característico de los fascismos: creerse sus propios embustes. Que hayan conseguido deslegitimar el nombre de Indalecio Prieto y Largo Caballero como para retirar su nombre del callejero madrileño no viene más que a constatar lo evidente: la ceguera que estamos mostrando ante el auge de la extrema derecha en nuestro país que no tardará, incluso, en legitimar el histórico golpe de estado y autoproclamarse como autoridad moral de una ciudadanía que no ve en el partido más que una infantil exaltación de la bandera y de sus 'héroes nacionales'.

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