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El reportero de esta parábola entra en un imaginario Valdecilla para una doble entrevista sensacional y no menos imaginaria. Dos pacientes que llevaban muchos años en coma han despertado con pocos días de diferencia, maravillando a los equipos médicos. El primero permanecía 'in albis' ... desde 1982, víctima de accidente; ahora tiene 38 años más y pronto cumplirá los 57. El otro resucitado sufrió en 2009 también un accidente de circulación, pero de la interior del cuerpo, y acaba de cumplir 50 años. Hay un gran revuelo sobre la coincidencia de dos despertares tan imprevistos. El gozo de familia y amigos se comprende, después de tanto tiempo. Las entrevistas darán la vuelta al mundo.
El primero, Luco, muestra un asombro positivo cuando el reportero le va informando de la Cantabria de hoy. Se puede ir de Santander a Torrelavega, y a Reinosa y a Valladolid, por autovía, e incluso de Osorno a Burgos o a León. Extraordinario. Se puede viajar de Santander a Bilbao y a Francia por autovía también, y por el otro lado a Oviedo y a Galicia. Histórico. El mismo Valdecilla donde está ingresado es completamente nuevo y diferente de aquel centro médico al que le trasladaron después del percance de tráfico. El Racing juega en un estadio nuevo, no muy lejos de los anteriores Campos de Sport. Incluso llegó a disputar un torneo europeo. La Universidad es mucho más grande. Antes, el autobús municipal terminaba su recorrido ante la Facultad de Ciencias y regresaba hacia Piquío. Y la hedionda marisma de Las Llamas es ahora un magno parque, como puede comprobar por esa tele pequeña que todos llaman 'móvil'. Impresionante el túnel de Tetuán: «Ya no hay que dar la vuelta por Reina Victoria ni pasar por Miranda, fantástico». Hay dos grandes hospitales en Laredo y Torrelavega. Se puede coger un avión relativamente barato a varios destinos españoles y europeos («alucinante»). Hay nuevos centros culturales, palacios de deportes y de congresos, de festivales, un museo nacional con la réplica de Altamira…
Además, Cantabria entró en la Comunidad Europea y aunque sus ganaderías y sus fábricas han tenido que adaptarse a ello, todavía andan por ahí creando riqueza. La sensación general que Luco declara al reportero es un gran salto delante de Cantabria.
–Esto de la autonomía, mira tú, al final fue un invento –murmura con aprobación–. Qué bien haber 'resucitado' para poder disfrutar de todo ello. ¡Menudo despertar!
El segundo paciente, Cinto, ya familiarizado con algunas moderneces tecnológicas y urbanísticas que a Luco, en cambio, habían admirado, interroga a un cuñado suyo, presente durante la entrevista.
–'Cuñao', ¿ya se acabaron el AVE con la Meseta y el de Bilbao que decían justo antes de que me diese el parrús?
–No –replica su cuñado–, al primero le queda tanto tiempo como el que tú llevas aquí, y el otro, para los hijos o los nietos, ¿qué prisa tenemos tú y yo?
–Bueno, pero se podrá ir ya por autovía desde Aguilar a Burgos…
–Tampoco. Esa obra tiene más paradas que el coche de línea. Es cruzar el desierto, pero parece como si se cruzaran los Pirineos, chico. Las calzadas romanas se hacían en menos y han durado más.
–Pues vaya. Menos mal que eso de Comillas irá viento en popa, imagino.
–De popa si va, pero con viento, no. Los chinos se han negado a invadir aquello, salvo uno que ha puesto una tienda. Los chinos y el resto del género humano en su conjunto. No se sabe muy bien qué hacer ahora. O dar la fortuna por perdida o gastar otra para no darla, con miedo de que se pierdan las dos. Como no saben si meter primera o marcha atrás, está en punto muerto.
Frunciendo el ceño, Cinto insiste:
–Pero habrá ya energías renovables, parques eólicos, se hizo más grande la hidroeléctrica, se aprovechan las olas… en fin, de todo eso me voy acordando poco a poco, ¿eh?
–Ah, hermano político, que no político hermano, las obras de palacio van despacio, y las energéticas necesitan mucha energía previa política y administrativa, que no abunda, porque se disipa pronto, en cuanto pasan las elecciones.
–Hombre –advierte el resucitado–, ¿tampoco han arreglado en Torrelavega lo del soterramiento de las vías? ¡Si han pasado diez años!
–Tampoco. Pero se firmó un papel, que ya es mucho. El papel político es un material muy difícil de trabajar, delicadísimo. No veas qué hermosas quedaron las firmas, caligrafía pura.
–Ya, ya. Me voy acalorando, ¿hay algo que se haya hecho?
–Sí, Cinto, no seamos cenizos. Un centro cultural muy chulo en Santander, que lo hizo Botín y es como los retrovisores del coche. Y se puede ir por autovía de Torrelavega a Solares y por tren… de Molledo a Portolín.
Los dos cuñados se echaron a reír.
–No te quejes, que estando tú aquí se terminaron las obras del hospital, mediante un atajo hábil porque aquello era la historia interminable.
Y Cinto suelta espontáneamente la idea:
–Si no fuera porque me juego el físico, estoy por pedirle a la doctora que me duerma otros diez años.
–¿Cómo es eso?
–Pues 'cuñao', para comprobar si, cuando despierte de nuevo, alguna obra por lo menos se ha terminado, porque esto anda manga por hombro. ¡Menudo despertar!
La parábola funciona igual con dos cántabros que hayan estado muchos años en el extranjero y sin tener noticias de su tierra; o con dos que se hayan perdido en una máquina del tiempo como el DeLorean de 'Regreso al futuro'; o con dos ratones de hemeroteca que hayan cogido un volumen de 1982 y otro de 2009 en El Diario; o con dos historiadores que comparen entre esas fechas y el presente en cuanto a expectativa y realidad. Pero es más bonita y esperanzada como la historia de dos curaciones inesperadas. A ver si despierta alguien más y no en la ficción, usted me entiende.
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Ana del Castillo
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