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Después de la de Putin y Macron se han puesto muy de moda las mesas del desprecio y la humillación. Tan largas como frías, tan interminables como congeladas tal témpanos afilados desprendiéndose sobre la razón.
Ahora, en una mesa también larga, algo más modesta y ... casi tan hortera, la Generalitat de Cataluña, en la persona de su vicepresidenta Laura Vilagrá, recibió al ministro Félix Bolaños a petición, para que probara un caldo de sapos -que total ya había saboreado en otras ocasiones- y reprocharle que el CNI haya espiado a través de sus teléfonos móviles y el programa Pegasus a una serie de golpistas catalanes confesos.
Es decir, que los espías espiaron con permiso de un juez, a golpistas sediciosos malversadores cumpliendo la misión que les fue constitucionalmente encomendada tras haber, éstos, manifestado su interés por repetir la proclamación unilateral y chapucera de independencia prometiendo mejorarla.
El ministro Bolaños enviado por el presidente, acudió con la misión de expresar que «entendemos su preocupación y compartimos su inquietud», abriendo las puertas del CNI de par en par, con la promesa de activar la creación de la Comisión de Control de los Créditos Destinados a Gastos Reservados; es decir, la Comisión de Secretos Oficiales con otro nombre más sibilino.
Nunca pudimos imaginar que se pudiera colocar al zorro al cargo de las gallinas pero la sinrazón es norma en nuestro país desde hace un tiempo.
El acuerdo con el Gobierno, sin embargo, sólo será posible si éste acepta además cortar la cabeza de alguien importante del Gobierno o de algún alto funcionario o de un miembro de la judicatura, presentarla en paquetito tipo Castro Urdiales y ponerla encima de la mesa para que el presidente permanezca un par de añitos más en La Moncloa.
Aunque se complete la ignominia y se vayan cumpliendo los plazos anunciados en su momento sin pudor por el antiguo vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias para el control comunista del Estado atacando La Corona y el Ejército, manipulando la televisión pública y asaltando el CNI, la máxima de que «aunque arrojes la verdad a empellones acabará resplandeciendo» se cumplirá y los dos añitos de espera habrán valido la pena.
Los temas de Estado que afectan al control de las instituciones deberían de ser tratados exclusivamente por los partidos constitucionalistas y no facilitar al mundo oscuro del separatismo (ERC, Junts, PNV) el terrorismo (Bildu) y el comunismo (Podemos, Compromis, Más Madrid) la información de los mecanismos internos o de los secretos oficiales que puedan ser utilizados en la traición y mucho menos modificar los reglamentos de la Cámara para que entren los que quieren destruir España. Entre la hierba se encuentra la serpiente (Virgilio, libro 3) y habrá que ir a buscarla.
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