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La grandeza del fútbol, como de tantas cosas, está en sus imperfecciones. En este caso, la imperfección comienza en su propia esencia y se refleja en su nombre: 'football' o 'balompié'. Ningún otro deporte relevante se juega con los pies, extremidades especialmente atrofiadas y torpes ... en nuestra especie. Por eso a unos primates avanzados se les llamó 'habilis', por su capacidad de agarrar y manejar cosas con las manos como si fueran herramientas. Liberadas las manos, los homos sapiens más industriosos las usaron para unir un palo a una piedra y crearon un 'piedra-palo', es decir el primer arma/herramienta de la humanidad. Y puestos a inventar, con el tiempo inventarían un palo de golf, una raqueta, una jabalina o simplemente juegos de manos (balomano, baloncesto, balonvolea...). Pero al liberarse las manos también se liberaron nuestros pies. Y hubo un sapiens, más ocioso, el 'homo ludens', que prefirió entretenerse golpeando con su pie un canto rodado. Ese día nació el fútbol, el deporte más grande, primitivo e imperfecto del mundo.
Imperfecto por jugarse con los pies, la extremidad más alejada del cerebro, es decir, del centro de mando del que salen y al que vuelven todas nuestra órdenes en nanocentésimas de nanosegundos. ¿Qué podría hacer el homo habilis, erectus y sapiens con un balón que no puede tocar con las manos? Pues jugar al fútbol, como hace Lionel Messi con sus 169 centímetros, piernas cortas y un 43 de pie. Ya dijo Maradona que nunca había visto a un jugador que tuviera la pelota tan pegada al pie y Guardiola añadió que es el único jugador más rápido con el balón en los pies que sin balón. Porque el fútbol no va de correr sino de que corra el balón a donde uno quiere. Y eso se hace con la cabeza: colocarse, recibir, pasar o driblar y volver a tocar o volver a regatear. Gol. Abrir el campo o cerrarlo atrayendo a tres contrarios, soltarla para pasar o soltarse para marcar. Gol. Corriendo o andando pero siempre un poco más rápido que los demás. Gol. Pegarla en carrera, de falta o de penalty. Gol.
Más cuando en el fútbol un gol vale tanto y por eso casi cualquier equipo un día puede ganar al mejor: por un error del árbitro, porque metió de chiripa el único gol del partido, por la mano de Dios o porque se puso a llover. Estas son las imperfecciones del fútbol y sus 'injusticias' que tanto lamentamos, nos enganchan y apasionan. Menos mal que el domingo el fútbol fue justo con Messi, el mejor jugador del mundo de todos los tiempos y, por supuesto, el que mejor juega y piensa con los pies.
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