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El desarrollo de medicamentos es un proceso complejo, que incluye diferentes fases. Una vez descubierta una molécula, sustancia o compuesto activo que se cree va a tener uso terapéutico, se exige el cumplimiento de una serie de protocolos. En la segunda fase se desarrolla el ... medicamento, se descarta que la sustancia produzca daños en el organismo y simultáneamente se estudia la forma de administración, así como la dosis en la que se va a suministrar. Además, se debe evaluar la reacción a la sustancia en al menos dos especies de mamíferos, incluyendo una especie que no sea roedor, antes de autorizar la experimentación en humanos. Esa fase se conoce como ensayos preclínicos. El siguiente paso es la fase clínica, la evaluación de la sustancia en humanos, que se cumple en tres etapas. En la primera se evalúa la seguridad del medicamento. Se selecciona un grupo de humanos sanos para suministrar el producto y corroborar que no va a producir efectos adversos. Para eso las personas deben estar hospitalizadas durante un tiempo determinado bajo supervisión médica constante.
El siguiente paso es evaluar la dosis seleccionada en un número mayor de pacientes de la enfermedad y comprobar que es igual o mejor a los medicamentos que ya se usan para tratarla. Idealmente, esta fase del ensayo se debe de hacer en grupos distribuidos al azar, comparando el medicamento con otros ya autorizados y con un grupo de control que recibirá un placebo. Además, ni los sujetos del ensayo ni los observadores deberían conocer el medicamento que están valorando, para evitar sesgos.
Cuando se demuestra la seguridad y efectividad del medicamento, se puede solicitar el registro ante las autoridades correspondientes, para posteriormente comercializar el producto. Comienza entonces la fase de vigilancia farmacéutica, en la que los consumidores deben reportar cualquier efecto adverso. Los pasos descritos anteriormente forman parte del método científico, en la versión de procesos y protocolos definidos para desarrollar medicamentos. Esto se completa con la publicación de los resultados de la investigación, pues es importante que otros científicos los evalúen, hagan recomendaciones, observaciones o los avalen. Lamentablemente, la urgencia por conseguir una vacuna o un tratamiento efectivo contra el coronavirus está haciendo que, en algunos casos, no se cumplan a rajatabla las exigencias del método científico. El remdesivir, cuya seguridad no se pone en duda, se ha autorizado en base a ensayos clínicos que se interrumpieron antes de su conclusión; y no hay ninguna publicación científica sobre la vacuna que el gobierno ruso pretende autorizar el día 12 de agosto. Otros proyectos están siguiendo todos los protocolos, aunque ello implique tardar algo más de tiempo en llegar al público. Controlar el coronavirus sin tratamientos ni vacunas es incómodo, pero factible; no dejemos que sea el miedo quien nos guíe a la hora de tomar estas decisiones.
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