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El miedo a la palabra

La degradación del idioma nos empobrece, atenta contra la economía de lenguaje y hace perder el tiempo

Viernes, 27 de diciembre 2019, 07:25

Ya no sabemos de qué modo nombrar nada ni nado sin que alguien se incomode y se te echen encima los talibanes y las talibanas ... de la nueva ortodoxia y ortodoxio, radicales y radicalas, jóvenes y jóvenas, miembros y miembras, pero la fiebre remite, como era de esperar. Obsérvese, además, la contradicción: lo masculino figura siempre por delante en la cosa inclusiva, cuando en el habla anterior, aún vigente, lo femenino está primero, señoras y señores, por ejemplo. Nadie se expresa tan tontamente en la calle, y salvo el nosotros y nosotras en algunos púlpitos políticos, que no va más allá porque es muy cansado y alarga el discurso, se vuelve poco a poco a la normalidad, si bien la Academia Española de la Lengua (RAE) está analizando seriamente la posibilidad de modificar la Constitución para adaptarla a «un lenguaje más igualitario» con las mujeres. Los posibles y mínimos cambios evitarán, naturalmente, el desdoblamiento.

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