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Esta cuarta semana de confinamiento domiciliario, en el que estamos unidos todos los que no somos trabajadores de servicios esenciales, es un buen ... momento para volver a estudiar las cifras del Covid-19. Su evolución, tanto de casos confirmados como de fallecidos, indica que ya hemos superado el pico de la epidemia. Hemos dejado atrás los días en que se confirmaban más de 9.000 contagiados y más de 900 fallecidos, y aunque hace apenas una semana, seguramente ya no volveremos a ver cifras de ese calibre. Los datos, siempre tomados con precaución, deberían inclinarnos hacia el optimismo.
Eso no quiere decir que las cifras tengan que descender todos los días, lo lógico es que veamos variaciones, pero que la tendencia en descenso se mantenga. Si acudimos a las gráficas logarítmicas, que ya hemos comentado que nos dan una información muy valiosa, se aprecia perfectamente que las líneas se están doblando en el sentido de hacerse menos inclinadas, lo que significa que la velocidad a que se multiplican tanto los contagios como los fallecimientos está disminuyendo.
Por supuesto, lo último que necesitamos es creernos que hemos derrotado a la enfermedad y relajarnos en cuanto a las medidas que estamos tomando. La enfermedad sigue estando ahí, y aunque el ritmo al que se multiplican las infecciones sea menor, se siguen multiplicando.
El esfuerzo que estamos realizando ha conseguido esquivar el colapso del sistema sanitario, no nos podemos permitir el lujo de levantar las medidas y que se produzca un repunte de los contagios, arruinando todo el trabajo realizado. Hay que tener en cuenta muchas variables: no sabemos cuántos portadores del virus siguen circulando por España, no sabemos si los que han pasado la enfermedad van a quedar inmunizados, o si de haber inmunidad, esta va a ser permanente o temporal. Seguramente llegará una vacuna, pero no podemos contar con ella este año; puede que encontremos algún medicamento que funcione, pero tampoco hay ninguna garantía.
Aprobada la segunda prórroga del estado de alarma, y con la tercera pendiendo sobre nuestras cabezas, pensemos que para derrotar a este virus tendremos que ser prudentes, nunca temerarios.
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