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La guerra implica un peligro, y, en consecuencia, el valor es, sobre todas las cosas, la primera cualidad que debe caracterizar a un combatiente». Von Clausewitz, 'De la guerra'.
En nuestra tierra montañesa, en nuestra patria, España, en nuestro planeta, estamos en guerra contra ... el enemigo más feroz que ha conocido la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial: el covid-19. Y para vencerlo, sumadas a la búsqueda tecnológica y científica de una vacuna y de remedios médicos, son necesarias las mejores virtudes de nuestro pueblo español: unidad, valor y amor. Porque en distintas épocas adversas de nuestro país, como en la peste malamente denominada «española» (su origen fue en Estados Unidos al final de la Primera Guerra Mundial), cuando nuestro pueblo ha estado unido siempre ha derrotado a quien ha amenazado su existencia. Pueblo español que Azorín describió en 'Visión de España' como «generoso, valeroso, capaz de los mayores sacrificios en pos de un ideal», y que entre otras cualidades espirituales posee la que para Aristóteles es la más bella de las virtudes: el pueblo español sabe amar.
En este amor como virtud clásica de una sociedad, nuestras Fuerzas Armadas son nuestro pueblo; y nuestro pueblo es nuestras Fuerzas Armadas, porque cada militar nace ciudadano del pueblo español. Recíproca identidad en el amor y el bien común, porque bajo cada uniforme, en el pecho del militar palpitan inseparables el amor como soldado a la Patria con el amor como ciudadano al pueblo del que es parte. Mismo amor que forja la unidad natural de nuestros ejércitos y ciudadanos, y cuyos frutos son el orden constitucional y la prosperidad, la paz y la democracia, la justicia y la igualdad, en suma, el bien común de nuestra sociedad.
Amor y unidad del pueblo español y sus Fuerzas Armadas que es un cauce de eficacia social e institucional en esta guerra contra el coronavirus. La España del tercer milenio es testigo de cómo nuestros militares han ampliado su ejemplar operatividad frente a conflictos y guerras con la protección del medio ambiente, el patrimonio cultural e histórico, el avance científico, humanista y técnico, el aprovechamiento de los recursos sociales y geopolíticos, y su labor contra incendios, terremotos, nevadas y catástrofes. Y este trágico año, su capacidad y entrega contra la pandemia del covid-19 que diezma España y el orbe.
Como se siente cada año en la celebración del Día de las Fuerzas Armadas en Santander, este amor y unidad de los cántabros con sus Fuerzas Armadas cooperó a la mejor operatividad de la «Operación Balmis» en nuestra región santanderina. Y, ahora, cuando el coronavirus torna a acosar la salud, la vida y los bienes de los habitantes de Cantabria y de España, nuestros soldados vuelven a estar activados en tiempo récord, preparados para la óptima eficacia en un nuevo objetivo militar bautizado como «Misión Baluarte»: el rastreo, identificación y combate del covid-19 en cualquier lugar de nuestro territorio nacional donde y cuando se nos ordene. Un nombre, «Misión Baluarte» que describe el trabajo de nuestras Fuerzas Armadas con un término, baluarte, que se define como un punto fuerte de la defensa contra el asalto de tropas enemigas. Y otra palabra, misión, que entraña lograr un objetivo asignado, y que en este despliegue es detener esta pandemia, en un enfrentamiento que entraña especial peligro y dificultad porque este virus se multiplica, esconde y ataca con una letalidad pavorosa.
Empero, frente al miedo que llega a atenazar la sociedad española, asustada de pronto por esta inesperada pandemia preñada de muerte y tristeza, al igual que los médicos, sanitarios e infinidad de ciudadanos anónimos, el valor de nuestros militares tanto en la «Operación Balmis» como en la actual «Misión Baluarte» es una luz de esperanza para enfrentarnos y triunfar unidos como pueblo contra este enemigo antinatural y biológico que es el Coronavirus. Si, en palabras de Von Clausewitz en el manual 'De la guerra', «la guerra implica un peligro, y, en consecuencia, el valor es, sobre todas las cosas, la primera cualidad que debe caracterizar a un combatiente», nuestras valerosas gentes comienzan a reaccionar unidas contra esta enfermedad, mientras nuestros militares combaten en todo el territorio nacional hasta conquistar la victoria de erradicar este virus de la existencia humana.
Hoy en Cantabria y en España nuestros rastreadores militares son una pieza fundamental de defensa contra el covid-19. Y un símbolo de la unión del pueblo español con nuestras Fuerzas Armadas contra esta epidemia que acosa nuestros valles, ciudades, pueblos y hogares. Unidad del pueblo con sus hijos militares que requiere de la generosidad y la sabiduría de todos para que, con la prudencia, la responsabilidad y el sacrificio de cada ciudadano, acabemos con esta pandemia. Unidad, valor y amor de Cantabria y de España con sus Fuerzas Armadas que en la «Misión Baluarte» doblegará al coronavirus. ¡Venceremos!
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