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El anuncio del cierre de la firma Zara, ha sido recibido con preocupación y pena por quienes ven en él un diagnostico del ocaso del comercio, pero también por un amplio sector de la población para el que la firma del gigante gallego es ... un fetiche. Sea como fuere, a nadie le ha dejado indiferente. La clausura de este establecimiento ubicado en 'los Portalones' deja desnuda parte de nuestra vida comercial. Y es que los centros de las ciudades, cuando pierden su comercio, corren el riesgo de convertirse en territorios adormecidos, flojos de vida. Es de necios no querer aceptar que las formas comerciales, y los hábitos de los compradores, han variado radicalmente, y que hemos sido los propios ciudadanos -no los empresarios ni los políticos-, quienes con nuestras exigencias, hemos forzado este cambio. No valen lamentos por la leche derramada y no queda más remedio que adaptarse -vendedores y compradores- a las nuevas formas de comercio, no sin reconocer que esta radical variación está derivando en la pérdida de algo muy importante: el aspecto personal del pequeño comercio. No vale, pues, culpar al empedrado, ni echar a la caldera del maligno a los consejos de administración que priorizan el comercio electrónico para no peder sus empresas. El buen paño ya no se vende en arca desde hace mucho tiempo. La débil situación económica de Torrelavega no es la culpable de la salida de Inditex -parece que va a correr mejor suerte, de momento, el último bastión, Stradivarius-. La multinacional que gestiona Pablo Isla -CEO de Inditex- no dejó ni un rastro de duda sobre lo que estaba por llegar cuando anunció el año pasado un riguroso cambio del modelo de negocio: Integración tecnológica, apuesta por la venta online y conversión de las grandes tiendas de la multinacional en plataformas de distribución. Víctimas de esta orientación -que seguramente llevará nuevamente al éxito a la firma fundada por Amancio Ortega- están siendo las tiendas de mediano formato, como las ya cerradas de Almería, Talavera, Huelva, Palencia, Avilés, San Lúcar de Barrameda, Jerez, Segovia, Zamora, Guadalajara, Ponferrada... Y no solo en ciudades de menos de cien mil habitantes, ya que han echado el cierre, en Madrid, por ejemplo, la del aeropuerto Aldolfo Suárez y Carretas, o en Barcelona, la del El Prat, estando pendiente la decisión de clausura la de la Gran Vía madrileña o la del Paseo de Gracia barcelonés; la mítica del Boulevard Saint-Germain en París ya cayó. Habrá quien piense que este cierre dará ventaja a los pequeños, pero no será así. Zara es un imán irresistible que atrae a miles de personas de la comarca que ahora pasarán de largo hacia Santander. Mister Marshall, otra vez, nos la ha jugado.
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