Los misterios de la mentira

Ya no hay capacidad de asombro ni de indignación por estas cosas de la política. La verdad no importa. Las hemerotecas no se cansan de desnudar promesas incumplidas y mentiras de unos y otros sin que pase nada. Son prácticas de hipocresía que se repiten legislatura tras legislatura amparadas en estrategias electorales.

En este gallinero de galimatías, hemos aprendido que las mentiras son un instrumento esencial de la política, pero intentar controlarlas por medio de una orden ministerial que vigila los contenidos de los medios y redes sociales para detectar campañas de desinformación, es un claro intento de despejar cualquier tipo de críticas al poder, que es el anhelo vocacional del autoritarismo.

¿Quieren combatir la desinformación y las denominadas 'fake news'? ¿Se imaginan a Sánchez denunciando las mentiras y las campañas desinformativas de sus socios, ésos que proclaman que en España hay presos políticos y que Cataluña es una república independiente? ¿O de los que siguen manifestando (curas incluidos) que el terrorismo es una lucha armada justificada y que algunas víctimas merecían morir? ¿El Gobierno va a continuar defendiendo que las verdades sin interés se diluyan entre sus emocionantes falsedades, o prefiere decapitar a los que denuncian sus mentiras?

Al final, el virus de esta pandemia no tiene tanta corona ni se propaga por el aire. Circula entre las verdades inventadas que Moncloa emite como billetes falsos que hacemos circular sin escrúpulos. No sé si hay mascarillas para evitar ese contagio.