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Las energías renovables, principalmente la eólica y la fotovoltaica, han incrementado su participación en el mix energético hasta alcanzar en este momento, junto a la hidráulica, un valor ciertamente significativo. Necesario es recordar que cuando el Gobierno de España intentó introducir en nuestro país la ... energía fotovoltaica tuvo que recurrir a las pymes, agricultores y pequeños inversores para lograr, con su activa participación, la instalación de un significativo parque eléctrico por este nuevo sistema de generación, ante el rechazo que encontró en las grandes empresas del sector -por lo que es lógico pensar que no les parecían muy rentables las primas ofrecidas a quienes participaran en su implantación- las cuales luego se dedicaron a vender el infundio de que el elevado precio de la luz se debía a las primas pagadas a los productores fotovoltaicos, teoría que asumió plenamente el Gobierno del señor Rajoy y que llevó a éste, a través de la mano ejecutora del secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, a tomar unas medidas tan dañinas para esta nueva tecnología que paralizaron totalmente su implantación y llevaron a la ruina a una parte importante de quienes en su día habían acudido a la llamada del Gobierno. Para ello, después de una intensa campaña de desprestigio de este tipo de energías, cambió en el 2013 totalmente el modelo diseñado por el Gobierno socialista y sustituyó el pago por kw/hora generado por lo que llamaron una rentabilidad razonable de la inversión realizada.
Sin embargo, la realidad acaba siempre imponiéndose y así, en los últimos años, hemos visto como aquella incipiente tecnología, que aquellos pioneros introdujeron con su esfuerzo y riesgo económico, en España ha tenido fuera de ella un desarrollo espectacular, con un aumento notable de la eficiencia de los paneles solares y un abaratamiento de sus costes exponencial, por lo que países nórdicos, con una radiación solar muy inferior a la de nuestro país, tienen ya parques fotovoltaicos diez veces superiores al nuestro, o países grandes productores de petróleo, como Arabia Saudí, están proyectando parques gigantes con esta nueva tecnología, lo que les permitirá guardar su petróleo para utilizarlo en otros usos más eficientes que quemarlo para producir energía eléctrica. Igualmente, quienes en España antes rechazaban esta nueva tecnología, cuando no la denigraban totalmente, proyectan ahora nuevas y gigantescas centrales fotovoltaicas generadoras de electricidad, tanto dentro como fuera de nuestro país. Bienvenidos sean, pues todos somos necesarios en el cambio de modelo que es preciso realizar de fósil a renovable. Pero de justicia sería, por todo ello, que tanto estos nuevos actores proenergía solar, como los políticos de uno u otro signo, comenzando por los que forman parte del Gobierno o aspiran a hacerlo en un futuro próximo, tengan muy presentes a quienes sentaron las bases para que hoy podamos disfrutar de esta nueva tecnología y por ello se les resarza del daño causado y se les reconozcan los derechos que un día les ofrecieron a través del Boletín Oficial del Estado y que tan alevosamente después les quitaron.
Y es que España, por su situación geográfica, podrá muy pronto producir energía eléctrica suficiente para cubrir su propia demanda interna, balanceando sus excedentes y eventuales necesidades a través de las interconexiones internacionales que debemos desarrollar con los países de nuestro entorno. Para ello, serán muy importantes proyectos como el que Repsol tiene previsto realizar en Aguayo, y poder así utilizar la energía sobrante en aquellas horas que el exceso de sol y aire genere más electricidad de la que el mercado demande, almacenando ese caudal para que posteriormente sirva de respaldo a nuestro sistema de producción eléctrica por medio exclusivamente de tecnologías renovables y no para ser utilizado únicamente para la optimización de los ingresos de la compañía concesionaria de ese dominio eléctrico. En este ámbito, también habrá que profundizar en el aprovechamiento del sobrante energético generado con renovables para la obtención de hidrógeno y la utilización de éste en el transporte -Talgo ya ha anunciado su primer tren de hidrógeno para 2023-, en la industria y para generar nueva electricidad allí donde por sus características geográficas fuese conveniente reforzar la energía obtenida por los medios renovables existentes en el propio lugar.
Ello pone de manifiesto que otro modelo energético es posible a corto plazo y que dado el interés económico y medioambiental que representa para España la generación de electricidad en grandes cantidades y a un precio competitivo con los países de nuestro entorno -lo que influirá a su vez en nuestro desarrollo tecnológico y en la competitividad de nuestra industria- no debemos perder un minuto más en poner todos los medios a nuestro alcance para recuperar la posición de cabeza que un día llegamos a tener en las energías renovables y que algunos, con su torpeza, nos hicieron perder.
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