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Cuando hablamos de desarrollo eólico es necesario empezar a diferenciar entre promotores meramente especulativos y promotores cuyo propósito es innovar en las renovables, convivir con el territorio y perdurar en la actividad. Esa diferencia está presente en cierto modo en la raíz del furor antieólico ... que afecta a numerosas personas en los valles de Cantabria donde se han anunciado proyectos. Nuestra comunidad es tierra para pocos parques, sólo para aquellos definidos con calidad y profesionalidad. Lo no razonable no será aceptado por la población.
Durante muchos años he trabajado en proyectos de aprovechamiento de las energías renovables, algunos de ellos proyectos eólicos en Cantabria. En paralelo he participado en la realización de estudios sobre la situación energética de la comunidad autónoma y he podido constatar la notable dependencia que tenemos del exterior. Ambas perspectivas me aportan hoy en día una visión global para hablar de desarrollo eólico con cierto rigor.
Consultando el número y la naturaleza de los proyectos de parques actualmente en tramitación en Cantabria, me ha provocado especial estupor la situación de San Miguel de Aguayo, así como el lícito malestar que siente buena parte de su población con su alcalde a la cabeza.
Potencialmente existe un inusual número de proyectos eólicos y líneas de alta tensión que afectan al municipio. Repasando la documentación a la que he tenido acceso, mi opinión es que muchos de ellos están planteados sin pies ni cabeza y por lo tanto me parece imposible que se lleguen a autorizar. Aparte de que no se puede autorizar parques cuyos planteamientos se solapan unos encima de otros sobre el mismo territorio, creo que muchos de los proyectos no superarían jamás el rigor de las tramitaciones ambientales que realizan los funcionarios de nuestra región.
No entiendo cómo se pueden presentar proyectos tan flojos técnicamente en un territorio como Cantabria. En los desarrollos en los que he trabajado hasta la fecha el promotor basaba su decisión de solicitar autorización administrativa en función de dos criterios de viabilidad, uno medioambiental y otro económico. Un promotor veterano que sepa lo que se hace se cuida mucho de no fallar a la hora de medir el impacto de su proyecto en el entorno. Es el reto más difícil para promover la eólica en Cantabria. La viabilidad económica siempre ha estado asegurada por la calidad del viento y la posibilidad de evacuar fácilmente la energía producida a la red general.
En el entorno de Aguayo los vientos dominantes y más energéticos son los de componente norte y sur. Entonces ¿cómo es posible que se hayan planteado varios proyectos allí cuyas alineaciones de aerogeneradores no son perpendiculares a estos vientos dominantes o que los aerogeneradores no guarden la debida distancia de separación? Y lo que es peor, ¿por qué esos proyectos adolecen de estudios de potencial eólico que puedan calificarse de rigurosos?
¿Qué persiguen estos promotores engordando su cartera de proyectos con estos planteamientos tan endebles en emplazamientos que en su día fueron descartados por promotores más serios? Desde luego, esta mala práctica no favorece en ningún caso ni a la aceptación de la energía eólica en la región ni a la agilidad en la tramitación de los proyectos, ya que la Administración tiene la obligación de tramitar todos los que se le presenten.
A día de hoy la única infraestructura capaz de evacuar a la red la energía de los futuros parques eólicos cántabros es la Subestación Transformadora de Aguayo, gestionada por Red Eléctrica Española. No habiendo otra opción, los promotores tienen que plantear soluciones técnicas para conectar sus parques con la citada subestación, lo cual afectará de alguna manera al municipio de Aguayo.
Lo que no parece razonable es que cada uno se plantee su propia línea de evacuación a su conveniencia. Lo lógico, incluso desde el punto de visto económico, es que los promotores compartan las líneas aunque por ello se produzcan ciertas pérdidas de energía. La solución que evite las poblaciones y que cause el menor impacto en el entorno será la que mejor podrán aceptar los habitantes de Aguayo, los cuales están con toda la razón alarmados ante la situación que se les ha presentado.
Por tanto hay que pedir realismo y sensatez a los promotores en la elaboración de sus proyectos y solicitudes. Del mismo modo que tampoco me parece razonable la postura del 'no a todo' en cuanto al desarrollo eólico en Cantabria, tampoco me parece razonable plantear un modelo de aprovechamiento como el que se ha dibujado actualmente en Aguayo, que no obedece a una implantación racional de la energía eólica. Los cántabros estamos igual de obligados que los demás en cuanto a cumplir los compromisos europeos para combatir el cambio climático y alcanzar la descarbonización de la economía. Apostemos por un modelo racional y los promotores profesionales y sensatos.
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