¿Molesta Dios?

Días pasados, en un artículo de opinión, don Manuel, nuestro Obispo, planteaba este interrogante: «¿Qué sería de la humanidad si los cristianos desapareciéramos del mundo?». El dedo en la llaga: en un ambiente nada hostil como el nuestro donde, en un pueblo sí y otro también, instituciones y gremios santifican sus fiestas con una santa o un santo patrón, ¿por qué a muchos nos cuesta opinar públicamente sobre temas vitales desde una perspectiva cristiana? ¿Mirad cómo se aman o cómo festejan?

Quienes no somos ateos creemos en la existencia de un Ser Superior, aunque muchos teólogos lo hayan complicado. Nuestra mente limitada no lo puede demostrar, pero Dios es puro Espíritu, principio y fin de Todo. Hacia el año 51, desde el areópago de Atenas, cuna avanzada de la civilización y cultura de Occidente, San Pablo proclama el cristianismo. ¿Qué diría hoy San Pablo ante los progresos culturales y científicos del presente? Una teología medieval no puede ser la respuesta de las iglesias cristianas. ¿No estaremos hoy los cristianos adorando a un Dios todavía desconocido?

Un espejo -la materia- hoy nos deforma la imagen, pero la muerte no es el final: Hermoso testimonio de fe que seguimos por televisión en la Escuela Naval de Marín, entonado por los guardiamarinas en la ofrenda por los muertos ante la Cruz. Contraste de esta ceremonia con el llamado «funeral de Estado» por las víctimas del terrorismo en el Palacio Real. ¿Acaso ninguna de las víctimas tenía un credo? ¿Cuándo pediremos, sin complejo alguno, junto al minuto de silencio una oración por los creyentes fallecidos?