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Ocasión, la diosa de la oportunidad, carecía de pelo en la parte posterior de la cabeza, imposibilitando así que se la pudiera coger por el cabello cuando ya había pasado. Por eso a la ocasión la pintan calva. Las presuntas golfadas del rey emérito han ... sido la coartada perfecta para que se inicie una feroz campaña cuyo fin último es la demolición de la monarquía. El acoso es constante, aunque el derribo improbable: solo el 0,5 por ciento de los españoles ve en la Corona un problema, según el CIS, y el ataque proviene exclusivamente de partidos en caída libre electoral -Podemos-, independentistas frente a los que Felipe VI puso pie en pared y formaciones nacionalistas o radicales a las que cabe recordar que la única familia española a la que un juez califica de organización criminal es catalana, la de Jordi Pujol.
Ya decía Lope de Vega, en tiempos lejanos y circunstancias distintas, que el mejor alcalde, el rey. Lope, de ascendencia carredana, compartía con Juan Carlos I la facilidad para librarse con prontitud de la parte baja de su indumentaria en presencia de mujeres, damas y no tanto. En su teatro, Lope veía en el monarca el freno a los desmanes de la aristocracia para con el pueblo. Hoy, Felipe VI es la sola argamasa que cohesiona España en esta época turbulenta en la que hasta la más terrible de las epidemias y la profunda crisis económica son utilizadas con fines bastardos. Es posible que la infanta Leonor nunca llegue al trono y Felipe sea el último rey, y es legítimo el debate sobre si la Jefatura del Estado puede ser eternamente una cuestión hereditaria y no elegida, pero el momento no es ahora.
La razón de los monárquicos por exclusión -cualquier otra cosa es peor- también tiene que ver con la situación del país. Como juez, Grande Marlaska emitió un voto particular hace años censurando la condena al coronel Martínez Inglés por injurias a la dinastía borbónica. Marlaska sostuvo que el rey debe someterse a un mayor escrutinio y crítica pública, y siendo así, Juan Carlos I deberá responder de las supuestas corruptelas que laminan el recuerdo de un reinado largo y fecundo. Sin embargo, puesto que el mapa político lo componen gente de poco fiar en unos casos, exetarras, separatistas y extremistas en otros, y a parte del resto «faltoles el natural que da el cielo a quien él quiere», según definía Lope la inteligencia, Felipe VI aparece como una figura insustituible para mantener España unida. Aunque solo fuese por esto, larga vida al rey.
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