Una moneda al aire en Navidad
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ANÁLISIS ·
La normativa dispersa y dubitativa contra la pandemia alienta el desconcierto ciudadano, mientras la indignación de la influyente hostelería desgasta al Gobierno regionalMás que nunca a lo largo de diez meses de pandemia, toca cruzar los dedos. Cantabria llega a las vísperas navideñas con una alta afección ... del covid-19, con preocupación por los criterios tardíos y dubitativos sobre las normas de protección a tomar en estas fechas y a la espera de que la inminente vacuna empiece a liberarnos de la angustia. Es como una lotería, contener el virus en Navidad o prepararse para una tercera ola de contagios y muertes. Una moneda al aire.
La ciudadanía navega estos días en el desconcierto en medio de la dispersión de medidas restrictivas que se toman en cada comunidad, cada cual haciendo de su capa un sayo o aplazando la toma de decisiones a ver lo que hace el vecino, si el Gobierno central dicta instrucciones comunes para las Navidades o, una vez más, da la voz de alerta pero desvía la responsabilidad a las regiones. Las recurrentes invocaciones a la prudencia y a la confianza en el futuro que coparán los mensajes navideños, no camuflan el déficit de credibilidad de las instituciones gubernamentales, entre las dudas y los bandazos. También sucede en el ámbito científico, hasta el punto de que uno de cada tres ciudadanos dice rechazar inyectarse la vacuna hasta ver qué efectos tiene en su entorno.
A estas alturas ya debiera estar bastante claro el riesgo que entraña una quincena de mucho trajín, alta movilidad y festivos encuentros con familiares, amigos y allegados. Se constató en el puente del Pilar cuando pocos días después hizo explosión la segunda ola, probablemente también ha tenido incidencia el puente de la Constitución, como en Estados Unidos se dispararon los casos por el Día de Acción de Gracias. En Alemania, la canciller Merkel lanza un llamamiento dramático y emotivo para defender un confinamiento estricto durante la Navidad. Ella ya está de salida en la política, así que puede prescindir de paños calientes y condicionantes electorales al exponer la dura realidad a los disciplinados alemanes. Cuánto más peligro habrá en las largas y expansivas Navidades españolas.
En Cantabria, mientras el Gobierno Revilla dicta un plan preventivo 'ma non troppo' a expensas de que las cifras de la plaga sigan a la baja, en el debate político perdura la polémica por la concurrida comida que el vicepresidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pablo Zuloaga, ofreció al ministro Illa en la sede de la Filmoteca regional durante su visita a la región, denunciada por el PP y a continuación por el sector de la hostelería, especialmente castigado por la crisis.
Se hace difícil creer que entre la docena de comensales y su ejército de asesores, nadie reparase que el almuerzo, multitudinario dadas las circunstancias y en un edificio público habilitado para la ocasión, era una gran metedura de pata. Luego el PSOE ha querido disfrazar como una comida de trabajo lo que era un encuentro de los notables del partido con el ministro. Mucha opacidad para esconder un error de bulto, máxime cuando el PSOE ha defendido siempre desde el Gobierno regional las restricciones más duras, bastante más que el PRC, partidario de permitir la movilidad y la actividad económica hasta donde fuera posible. El PP, dolido porque el PSOE torpedease su negociación de los Presupuestos 2021 con Revilla, se toma cumplida venganza y mañana acorralará a Zuloaga en el Parlamento con 12 preguntas, 12, sobre el controvertido almuerzo. Hasta en las filas del PSOE deploran el daño causado al crédito del partido y del ministro Illa, el máximo responsable sanitario en la batalla contra la pandemia.
El episodio, además, ha exacerbado los ánimos de los hosteleros, en situación límite por las duras restricciones desde hace mucho tiempo y que se prolongarán durante las Navidades, sin ayudas dignas de tal nombre ni soluciones a la vista mientras miran a Madrid, donde se ha logrado contener la pandemia sin condenar al sector.
La indignación de los hosteleros es un problema serio para el Gobierno de Cantabria. Constituyen desde siempre el sector empresarial más numeroso y se le atribuye una importante influencia electoral. No es casualidad que los tres grandes partidos -PRC, PP y PSOE- han intentado durante décadas maniobrar para que al frente de la asociación se situaran dirigentes afines o al menos para lograr su favor.
Restañar las heridas abiertas con la hostelería es sólo una de las asignaturas colaterales que el Gobierno regional, que cerrará el año con los Presupuestos aprobados y con evidentes señales de desgaste al acercarse el ecuador de la legislatura, tendrá que afrontar después de estas Navidades inciertas. La pandemia, con vacuna o sin ella, y la crisis económica, con más o menos recursos del Estado y de la Unión Europea, seguirán ahí al comenzar la cuesta de enero.
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