Las personas afectadas por un destrastre como el de Valencia necesitan contener la angustia y a esto ayudan los psicólogos expertos en emergencias
Mónica Pereira Dávila
Magister en SaludMental en Desastres y Catástrofes. Miembro del Grupo de Emergencias del Colegio de la Psicología de Madrid
Miércoles, 6 de noviembre 2024, 00:09
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He pasado la última semana, como casi toda España, pegada a las pantallas y sufriendo por los catastróficos efectos que ha provocado la DANA en el oriente peninsular. Miraba las imágenes y buscaba, una y otra vez, algún indicio de la presencia de profesionales de la psicología de emergencias entre las personas desplegadas para ayudar. Pasaron varios días hasta que aparecieron. Puede que las preguntas que se viene ahora a la cabeza sean: ¿por qué pienso que es tan importante nuestra presencia? ¿Qué aportamos si no estamos para desescombrar, para buscar a los fallecidos o para repartir productos de primera necesidad? Eso es lo que intentaré explicar con estas letras. ¿Qué aporta la psicología de emergencias en una catástrofe de esta envergadura?
Nuestra labor es una labor en la sombra, cuidamos a todos los 'actores' de la catástrofe. De manera continuada en el tiempo y como parte de la estructura permanente de la gestión de la catástrofe, la psicología de emergencias asesora al órgano gestor de las emergencias en cuanto a la respuesta inmediata a las necesidades de la población, liderazgo de equipos de intervención y comunicación con la población y con los medios planificando qué decir, cómo decirlo, cuándo decirlo y cada cuánto tiempo hacerlo.
Es imprescindible ofrecer información constante y veraz sobre el progreso de las labores de rescate, que transmita qué se está haciendo para ayudar a los damnificados. La transparencia en la comunicación, el lenguaje adecuado y, sobre todo, la continuidad informando de los pasos del proceso, son fundamentales para evitar rumores, favorecer el afrontamiento y minimizar el impacto psicológico. El objetivo es informar sin alarmar, aportando un marco de seguridad a la población.
Una vez se produce la catástrofe la psicología de emergencias tiene también un papel directo con los todos los implicados. A los familiares de personas desaparecidas, proporcionamos intervención psicológica para ayudarles a gestionar la angustia generada por la incertidumbre aportando estrategias emocionales adaptativas. Se trata de escuchar y validar sus emociones sin juzgar ni tratar de reorientarlas. A medida que pasa el tiempo, puede ser necesario acompañarlos en la aceptación de una posible pérdida, facilitando espacios de apoyo grupal y promoviendo el proceso natural del duelo.
Para los familiares de personas fallecidas, se asegura la presencia de profesionales de la psicología de emergencias en todos los puntos de atención a familiares como puestos de atención en las zonas críticas, hospitales o Instituto de Medicina Legal que un espacio emocional adecuado y que ayuden a expresar el dolor y procesar el 'shock' inicial, ofreciendo información clara sobre los procedimientos de identificación y las gestiones posteriores.
También recibe apoyo las personas que han sufrido pérdidas materiales. Ver el propio hogar o negocio destruidos genera vivencias de estrés, ansiedad e incertidumbre económica. La ayuda psicológica se enfoca en los momentos iniciales en proporcionar seguridad y calma, en reestablecer la percepción de la autoeficacia en la gestión de sus emociones, así como en facilitar el acceso a la información sobre recursos disponibles.
En cuanto a las víctimas secundarias como los voluntarios, los periodistas u otras personas indirectamente afectadas. En estos casos se realiza psicoeducación sobre las reacciones emocionales comunes de manera que puedan reconocer y gestionar su propia sintomatología y detectar cuando necesitan ayuda especializada.
Por último están los profesionales de emergencias. Los profesionales que atienden a las víctimas también pueden verse afectados por la exposición al dolor ajeno. Para evitar el desgaste emocional y el agotamiento (desgaste por empatía) o la aparición de trastornos mentales como el trastorno por estrés postraumático, trastornos de ansiedad o adaptativos, necesitan una intervención psicológica continuada y desde los primeros momentos. La psicología de emergencias asesora para que se respete una adecuada rotación de personal y se promueva creación de espacios de descarga emocional que ayuden a prevenir el desgaste profesional.
Esta intervención con todas las personas implicadas se puede extender hasta los seis meses permitiendo detectar a personas que presenten síntomas graves de duelo patológico, realicen un afrontamiento desadaptativo de la situación (con autolesiones, ideación suicida, abuso de sustancias…), muestren signos de fatiga emocional u otros desajustes psicopatológicos que requerirán un seguimiento cercano y una posible derivación a servicios de terapia individual más a largo plazo.
La intervención psicológica de emergencias se desarrolla en un entorno cambiante de constante incertidumbre que requiere de unos conocimientos técnicos y una capacidad de adaptación de alta exigencia. Los y las profesionales de la psicología de emergencias están en formación constante para asegurar la mejor respuesta cuando la vida golpea a la población.
Nuestra labor es velar porque el impacto del trauma se vea amortiguado gracias a un afrontamiento psicológicamente sano, normalizando la incómoda sintomatología inicial y proporcionando un entorno de seguridad que promueva el camino hacia la salud mental y la resiliencia. Por fin, este lunes, se ha puesto en marcha la Unidad de Asistencia Psicológica a Familiares de personas fallecidas por las inundaciones. Un pequeño paso para cubrir una gran necesidad.
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