Habitamos los tiempos del olvido. Una cierta obsesión por mirar hacia delante o hacia el ombligo –depende del humor del momento— nos impide echar la ... vista atrás como sociedad para saber de dónde venimos, qué errores y aciertos hemos tenido, qué tan relativas son las angustias actuales, qué tan contundentes son los fracasos… o los éxitos.
Este tiempo es aquejado, entre otros, por dos males, el 'presentismo' y el 'adanismo'. El primero juzga el pasado sólo para poner en valor algo que nos interesa del presente; así, todo gira, en torno al ombligo de lo que está aconteciendo, tomando del pasado sólo aquello que nos sirve para justificarnos. El segundo, el 'adanismo', ya denunciado por Ortega y Gasset, aqueja a aquellas personas que creen que no necesitan aprender de los logros de la historia. Las personas adanistas creen que todo empieza con ellas, que inventan el tiempo y lo que nos ocupa en él.
Estos dos males se están cronificando y afectan a diversos grupos sociales. Por eso es importante fomentar el diálogo intergeneracional, el compartir saberes, el aprender en todas las direcciones, entendiendo, además, que el tiempo no es lineal, aunque la ficción del 'progreso' así nos lo haya hecho creer.
Desde el Grupo Social Unate, acostumbradas a trabajar con varias generaciones y especialmente sensibles a las personas mayores y su legado vivo, creemos que no hay futuro si se sigue desconectando presente de pasado o, peor aún, si el pasado se convierte sólo en una ficción acomodada a nuestros intereses.
Por eso, en este 8M, una fecha para agitar y realimentar las luchas feministas, hemos apostado por eso: por el compartir saberes entre generaciones y por destacar que todas las feministas, en cada uno de los momentos de la historia de este vigoroso e imprescindible movimiento, han ido sembrando el camino de buenas prácticas, de errores y de aprendizajes que son útiles en este presente pero que, ante todo, son imprescindibles en el futuro.
No se puede entender la efervescencia del feminismo en Cantabria de los últimos 10 años sin la valentía y la capacidad de encontrar puntos comunes de las mujeres que impulsaron el feminismo a finales de los setenta y principios de los ochenta del pasado siglo. Pero es imposible analizar lo ocurrido en los ochenta y noventa sin profundizar en los feminismos de los años 20 y treinta. Seguramente, nada de lo ocurrido en ese vertiginoso inicio del siglo XX sea digerible sin remitirnos a 100 o 200 años antes, cuando las pioneras abrían las primeras brechas en el patriarcado para asomar la cabeza y sus discursos de emancipación.
Tampoco es bueno que las precursoras miren con condescendencia a las feministas más jóvenes, aquellas que han logrado avances impensables en un plazo muy breve, las que han logrado contagiar a cientos de miles de mujeres que se atreven ahora a sostener posiciones feministas a pesar de la clara reacción de contraataque de sectores del poder mediático, cultural, político y económico –dominados, claro está, por hombres o por mujeres funcionales a ese modelo de jerarquías—.
El feminismo en Cantabria tendrá futuro si en su presente aprovecha la potencia de lo intergeneracional y por eso, desde el Grupo Social Unate, animamos a utilizar unas gafas moradas que nos permitan ver a través del tiempo con la calma y la capacidad crítica de unas arqueólogas que saben que en el pasado hay simiente necesaria para la urdimbre del presente.
Al 'adanismo' y al 'presentismo' se les frena con diálogo intergeneracional y con una profunda práctica de la justicia histórica: ni todo lo anterior es desdeñable ni todo lo actual es vacuo. Cada tiempo aporta saberes. Es en el encuentro de todas las mujeres feministas donde se abren horizontes que eran impensables sólo hace unas décadas.
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