Este 1 de octubre, Día Internacional de las Personas Mayores, desde el Grupo Social Unate queremos reflexionar sobre qué significa ser una persona mayor en 2024. La respuesta es mucho más compleja de lo que podríamos pensar y esto ocurre por múltiples motivos.
Pasar de ser una persona adulta a una persona mayor, es decir, simplemente cumplir años, supone todavía a día de hoy una travesía cargada de estereotipos negativos, de prejuicios edadistas, para la que hay que colmarse de paciencia y sentido del humor.
Segundo, cuando hablamos de 'persona mayor' ¿a quién nos estamos refiriendo? ¿Nos imaginamos la pluralidad que representa esta categoría? ¿O pensamos que de repente las personas jóvenes con toda su diversidad y que se convirtieron en personas adultas heterogéneas, cuando se hacen mayores pasan a ser todas iguales? El género, la orientación sexual, el estado civil, la clase social, el origen, el hábitat, el bagaje educativo… ¿ya no establecen diferencias ni tampoco desigualdades en las vejeces? Resulta agotador tener que evidenciar todavía a día de hoy la diversidad como el aspecto más relevante del hecho de envejecer, pero es imprescindible insistir en ello, dado que sigue instalada la narrativa de la homogeneidad con el peligro que esto tiene para poder 'ser' lo que se desea en una sociedad patriarcal, heteronormativa, capitalista, xenófoba, racista, urbanita, entre otras. Querer ser y conseguirlo no es sólo una tarea individual, sino un reto social y colectivo que implica problematizar el envejecimiento como proceso y la vejez como una etapa más del curso vital.
Tercero, para poder 'ser' en el sentido más amplio del término, tenemos que habitar un cuerpo que nos posibilite la existencia misma. Y aquí llegamos a uno de los aspectos más controvertidos: los cuerpos envejecidos son menospreciados en una cultura que ensalza lo juvenil como ideal normativo de corporalidad. Por supuesto, todo esto tiene muchas aristas. No es simplemente ser o parecer joven, sino serlo de una determinada manera. Tampoco afecta este ideal juvenil de la misma medida a los cuerpos leídos como masculinos que a los femeninos. Para nosotras 'ser viejas' es lo menos parecido a poder ser y lo más cercano a aparentar que no somos ni queremos serlo. Nuestro éxito se sitúa en la apariencia de lo que se supone que queremos seguir siendo: unas chavalitas viejunas. Y qué decir tiene de los cuerpos que muestran algún signo de fragilidad: postura encorvada, utilización de bastón o muletas, un andador o una silla de ruedas. Como, según se dice, una imagen vale más que mil palabras, el cuerpo envejecido devuelve a la sociedad la imagen distorsionada de la imposibilidad, de la dependencia, de la falta de capacidades, convirtiendo al cuerpo en el mensaje.
Desde luego, no es sencillo superar todas estas barreras y resulta aún más complicado intentar hacerlo de manera individual, como si el envejecimiento sólo lo experimentáramos y sintiéramos en nuestras carnes y nuestras mentes. Por eso, quienes formamos parte del Grupo Social Unate, intentamos construir una tela de araña social y comunitaria que nos permite transitar de todas estas imposibilidades a maneras deseadas, posibles y diversas de habitar las vejeces. Pero además, lo hacemos entendiendo que cada persona mayor ha llegado a serlo de muy diferentes maneras, así como habitan sus vejeces desde posiciones personales, familiares, económicas, sociales, etcétera, muy diversas. Acompañar a las personas mayores en sus procesos vitales, formar parte de sus vidas cotidianas, generar espacios de aprendizaje, escucha, disfrute, supone, para quienes formamos parte de estas entidades, un compromiso de resistencia, pero también de cambio social. Porque no sólo creemos que otro mundo es posible, sino que lo es de manera relevante para quienes menos sienten que ese mundo les pertenece.
Ni que decir tiene, que sabemos lo insignificantes que somos para promover este cambio, pero esto no nos desanima sino que nos impulsa cada día para imaginar proyectos nuevos y para afianzar los que ya sabemos por experiencia que ponen los derechos y los deseos de las personas mayores en el centro. En este Día Internacional de las Personas Mayores recordamos seguimos reivindicando la necesidad de que las políticas públicas pongan en el centro de sus acciones el envejecimiento como un proceso que transita nuestra vida y que nos lleva a unas vejeces diversas en las que deseamos vivir con la posibilidad de ser y de existir con dignidad, libertad y equidad. Vivimos en sociedades longevas y cada vez vamos a vivir una parte más extensa de nuestras vidas en lo que todavía hoy denominamos 'vejez'. Cuanto antes entendamos que esto es un éxito social sin precedentes y nos pongamos todas y todos a combatir el edadismo que campa por sus anchas en la sociedad, antes conseguiremos que ser viejo y vieja se convierta en lo mejor que nos puede pasar.
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