Secciones
Servicios
Destacamos
Si ustedes me lo preguntan les voy a tener que confesar que tengo prisa por ver en la cola del paro al ministro de Consumo, Alberto Garzón. Mejor él en el desempleo que los ganaderos que han convertido la carne de Cantabria en referente ... de calidad y en uno de los atractivos gastronómicos de España y cuya economía amenaza el bocachancla.
Tengo prisa por ver como se va al carajo un tipo sin utilidad conocida que nos cuesta 60 millones de euros al año, presupuesto para 2022 de un ministerio del que solo se sabe que cada vez que su portavoz habla, no es que suba el pan, es que baja el valor de cualquier cosa que produce España y hasta del país como destino turístico.
No voy a llorar cuando lo españoles perdamos de vista a quien ha convertido un ministerio en la versión castrista de 'MasterChef', metiéndose en la cocina de los españoles, patrocinando un libro de recetas que busca potenciar las ventas de productos que no forman parte ni de nuestra gastronomía ni de un sector económico del que dependen millones de puestos de trabajo en este país.
Igual es que ser ministro hoy consiste en aprovechar las entrevistas en medios de comunicación de territorios a los que exportamos toneladas de carne española para decir que mejor compren en otro sitio. El caso es que uno no puede dejar de pensar cuanto necesita el infradotado ministro de Consumo una buena lavativa que le ayude a expulsar el empacho de ideología que le nubla el entendimiento.
Tampoco puede uno dejar de pensar qué debería estar haciendo el Gobierno de Cantabria para contribuir a acelerar la patada en el trasero que el ministro Garzón está pidiendo a gritos de un presidente Sánchez, que se supone que debe representarnos a todos, pero no.
¿Hay algo que el Gobierno de Cantabria pueda hacer para reclamar al de España el cese inmediato de un ministro cuyas declaraciones cuestan dinero a los productores agroalimentarios cántabros? Sí.
Lo hay. Si al Gobierno de Miguel Ángel Revilla le importase realmente el sector agrícola o el ganadero, ya hubiera pedido el cese con carácter inmediato de un ministro que se comparta como un mono con dos pistolas.
Si el presidente de Cantabria fuera un gestor de lo público y no poco más que el símbolo de una época que termina y poco menos que un monologuista de caché alto, ya hubiera hecho oficial la retirada de cualquier apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez en tanto este incluyera a Alberto Garzón.
Pero no. Entre demagogos se entienden. Y es que, si se fijan, como buenos populistas, hasta tienen puntos en común. Vean sus libros. El de Revilla, 'Ser feliz no es caro'; el de Alberto Garzón, 'Comer barato'. Dos títulos que bien pudiera haber impulsado la falangista Sección Femenina en tiempos de hambruna. Dos títulos que mandan un mensaje que solo un gobernante fracasado se atreve a enviar: ¡Conformaos!
Porque eso es todo lo que los Gobiernos de España y Cantabria le tienen hoy que decir a sus ciudadanos. Conformaos porque no podéis aspirar a más o mejor. Aplicaos las recetas para vivir más barato, para distraeros con el cielo cuanto esté azul y con el verde cuando lo riegue la lluvia. Porque si estáis esperando un empleo mejor, o simplemente un empleo, un cambio de sistema productivo, un incremento de la productividad, una mayor calidad de vida, no va a ocurrir. No mientras el pasado siga en los gobiernos.
Revilla se felicitó, nos felicitó, en su mensaje por haber recuperado gran parte del terreno económico y el empleo perdido durante la pandemia.
85 personas. Esa es la cifra de personas que hay hoy trabajando más en Cantabria que en diciembre de 2019. Mil siguen en ERTE. Revilla se conforma.
En Cantabria, quien nos gobierna se queda mirando como el Gobierno central contribuye al desmantelamiento del sector primario al que el propio presidente autonómico loa en su discurso de Nochebuena como «base fundamental de la economía de nuestros pueblos y sostén imprescindible del abastecimiento alimentario de toda la sociedad», pero en cuya defensa no mueve un dedo cuando le dispara el «fuego amigo».
En España nos gobierna gente que no tiene recetas para contener el precio de la luz, pero sí recetas de cocina para que, a base de comer más kale y menos carne, podamos seguir pagando los recibos a las eléctricas.
Puede que los que no nos conformamos con estos gobiernos y con estos futuros no acertemos siempre en el intento de cambiar las cosas. Pero lo que es seguro, es que incluso con nuestros tropiezos, los inconformistas estaremos más cerca de ponerle fin a una época en la que los ministros, como los okupas, se colaban hasta en la cocina.
Y tú, ¿te conformas?
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.