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Hoy he cumplido mil años. Me siento antiguo, como si estuviera cansado de soportar la bóveda de los cielos del Titán Atlas. Todo porque he releído con detenimiento la Ley Celaá y el anteproyecto de la Ley de Universidades; es decir, las que se ... supone serán en el futuro inmediato las leyes-bastión de la formación de nuestros niños y de nuestros jóvenes, lo mejor que tenemos.
Me sumergí de nuevo en ellas en aras de comprenderlas mejor y supuso un mal rato al entender de nuevo y sin ambages que vamos hacia una educación que se propone embaucadora, un bachillerato y una EBAU que reblandece el esfuerzo y mérito en aras de una hipotética formación continuada que elimina los libros, los exámenes, las notas, también las tareas en casa, la pizarra y las clases en el aula y no sabemos si la merienda. También ataca la enseñanza concertada aún a sabiendas de que será imposible prescindir de ella. Para la Universidad se plantea una peculiar selección del profesorado y de los cargos académicos que merecerá ulterior consideración más reposada.
Nace ahora lo que podría denominarse educación blandita o Lomloe, antigua Lomce, que quiere disfrazarlo todo con el eufemismo de lograr una enseñanza más comunicativa que se propone democrática y participativa y menos memorística o que el conocimiento caiga del cielo y que todo el monte es orégano.
Eso, sin tener en cuenta -Paul Auster dixit- que «las heridas son una parte fundamental de la vida y a menos que uno esté herido de alguna forma en su desarrollo, jamás será hombre».
Está claro que se refería a las heridas del alma, a las vicisitudes, a los fracasos y levantarse; al querer y no poder pero intentándolo y a ser fuertes y peleones desde niños. La cultura del trabajo y la recompensa, de la lucha, 'de lo Nadal', que así debería de llamarse desde ahora, que se quiere eliminar de nuestro proceder.
Nace un café para todos engañoso como concepto, un valle de comodidad anodina que se encargaría de adormecer ambiciones, domeñar iniciativas y subvencionar la apatía, para dirigirla hacia esa vieja pretensión maoísta destructora del individuo y de la familia.
Si en la escuela pública se defiende un aprendizaje 'light' reforzará la enseñanza privada sólo para aquellos que puedan permitírselo y no cabrá más asimetría ¿Es qué no se enteran? La verdad es que lo hacemos todo tan mal que al ser las leyes educativas producto del trágala y ausentes de consenso, éstas durarán poco, y van.... Y a volver a empezaaar, que diría Garci.
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