Mujeres y covid: se amplía la brecha de género
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Se necesita un aumento significativo en la prestación de servicios sociales de calidad: cuidado de niños y ancianosAunque con menos intensidad de lo que inicialmente se preveía, la vacunación masiva en la mayoría de los países occidentales está dando lugar a una recuperación significativa de la actividad económica, que logrará que, en no demasiado tiempo, volvamos a niveles previos al estallido de ... la pandemia. No todos, sin embargo, se están beneficiando de esta recuperación en igual medida, probablemente porque no todos han sufrido la pandemia con la misma intensidad.
En efecto, mientras que la evidencia empírica muestra que, en las crisis más o menos convencionales, las mujeres suelen salir mejor paradas que los hombres, en la de la Covid-19 ha sucedido todo lo contrario: las mujeres se han visto, con diferencia, mucho más negativamente afectadas que los hombres, sobre todo en la esfera laboral. Como consecuencia de ello, las diferencias de género, que ya eran bastante profundas en muchos aspectos antes de la pandemia, se han acrecentado con esta.
La razón que explica este fenómeno es, tal y como apuntan María Demertzis y Mia Hoffmann en un reciente artículo publicado en el blog del think tank Bruegel, bien fácil de entender. En las fases contractivas de los ciclos convencionales, los trabajadores más perjudicados suelen ser los hombres porque trabajan en sectores y actividades (industrias manufactureras y construcción, sobre todo) especialmente golpeados en estos casos. En el de la Covid-19, por el contrario, sucede que la mayoría de actividades afectadas (fundamentalmente relacionadas con el sector servicios) son aquellas en las que las mujeres tienen una representación laboral muy superior a la de los hombres; me refiero, claro está, a actividades tales como los cuidados sanitarios y de mayores, el comercio al por menor, la educación (sobre todo infantil, primaria y secundaria), peluquerías, restauración, etc., etc. De acuerdo con la información suministrada por las autoras arriba mencionadas, el empleo femenino representa, en la UE, en torno al 82% de los servicios sanitarios, el 80% de los educativos, el 66% de los servicios personales y el 75% en el comercio minorista.
El resultado de esta sobrerrepresentación femenina en actividades muy dañadas por la pandemia se ha traducido, como es lógico, en que la caída del empleo y el aumento del desempleo han sido, como norma, más elevada entre las mujeres que entre los hombres; en particular, la pérdida de empleo y el crecimiento del desempleo han sido bastante más fuertes que en la media entre las mujeres con niveles educativos bajos y también, aunque en menor medida, entre las mujeres con educación secundaria.
La ampliación de la brecha de género es mayor de lo que lo expuesto en relación al empleo y desempleo femenino da a entender si tenemos en cuenta que, además, ocurre también que muchas más mujeres que hombres se han visto compelidas a reducir significativamente su actividad laboral debido a circunstancias familiares; todos sabemos que el cuidado de los niños que no han acudido a los colegios y/o de los mayores que no han podido asistir a los centros de día, o que se han visto obligados a abandonar las residencias de la tercera edad, ha recaído, mayoritariamente, sobre el colectivo femenino. En los casos en los que, gracias a la generalización del trabajo on-line, las mujeres han tratado de conciliar la actividad laboral y familiar, el resultado más común ha sido una mayor carga de trabajo para estas, una menor productividad y, consecuentemente, unos menores ingresos. El hecho, además, de que las mujeres prefieran trabajar en remoto mucho más que los hombres es un factor que puede perpetuar la brecha de género ya que, como es bien conocido, el teletrabajo, que tiene muchos aspectos positivos, tiende a hacer más complicada y difícil la progresión profesional de quienes lo practican.
Así pues, la brecha laboral en contra de las mujeres se ha acrecentado con la pandemia; aunque la esperada y deseada vuelta a la normalidad puede contribuir a cerrarla un poco, hay factores, como el mencionado aumento del teletrabajo, que han venido para quedarse y que, en tal sentido, no favorecerán esta dinámica. Es por ello, que se necesitan intervenciones públicas orientadas a reducir la brecha de género, tales como un aumento significativo en la prestación de servicios sociales de calidad, sobre todo en relación con el cuidado de niños y mayores. Sólo de esta forma se facilitará realmente la conciliación trabajo-familia y, en consecuencia, las mujeres gozarán de oportunidades laborales similares a las de los hombres.
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