Secciones
Servicios
Destacamos
En el año 2000, al ser preguntado por el valor de su empresa como motor de búsqueda, el fundador de Google, Larry Page, respondió: «Google no es sólo un sistema de búsqueda de información. El fin último de nuestro motor de búsqueda es ... comprender completamente la web. La misión definitiva de Google es la inteligencia artificial». Los chinos forzaron a Google en el año 2009 a salir de su mercado, porque entendieron que su actividad era una amenaza para su seguridad nacional. El motivo es simple: todos los datos que mina, procesa y acumula el algoritmo de Google, a base de miles de millones de búsquedas, se encuentran almacenados fuera de China, en servidores ubicados en EE UU. Perder disposición de esos datos, colocaría al Gobierno chino en una situación de desprotección estratégica.
¿Se puede vivir y trabajar sin Google? Categóricamente sí. Y sin Facebook, sin Whatsapp, sin Instagram, sin Twitter o sin Youtube. Existe un lugar donde ninguna de esas aplicaciones es accesible pero donde existen otras muchas alternativas, mejores y más adaptadas a los usuarios locales: China. La sinoesfera digital (el área geográfica de influencia china) es un territorio «aislado» del mundo digital exterior por un cortafuegos que hace las veces de «Gran Muralla» moderna: el gran «firewall» estatal chinesco. Dentro de esa gigantesca «burbuja» digital (la mayor del mundo) viven y se relacionan 900 millones de internautas que dedican un promedio de seis horas diarias a navegar en la red. Los chinos son los habitantes más digitales de nuestro planeta. A todas luces, las herramientas de que disponen no son rudimentarias; al contrario, en muchos casos son más intuitivas, rápidas y versátiles que las occidentales. Quien quiere hacer negocio en China o con los chinos, debe adaptarse a ellas.
Hoy Google -como Facebook, Netflix o Amazon- mira a China con admiración, buscando regresar aquí para inspirarse, aprender y trabajar sin algunas de las líneas rojas que hay en Occidente. Sin embargo, la «sinoesfera digital» de hoy en día tiene muy poco que ver con la que abandonó Google en el 2009. Entonces, no existían aún los smartphones, prácticamente todos los operadores locales chinos eran una pobre imitación de sus equivalentes occidentales y el tamaño de la «internet china» era aproximadamente un tercio de lo que es hoy. El sector tecnológico chino ya no necesita de Google ni del resto de operadores occidentales para innovar y seguir perfeccionarse. Manteniendo un estrecho control sobre su «biosfera digital», el Gobierno chino ha logrado lo impensable hace apenas 10 años: que, pese a la censura que ejerce sobre la red, internet sea, en su territorio, un enorme negocio en desarrollo y un espacio de innovación continua.
China es hoy el mayor y mejor laboratorio de inteligencia artificial del planeta. Lee Kai-Fu, el directivo taiwanés que lideró la aventura de Google en China, explica que, para desarrollar inteligencia artificial, hacen falta tres ingredientes: buenos algoritmos, capacidad computacional y un gran caudal de información que procesar. China cuenta con todos ellos: algunos de los mejores programadores del mundo, la mitad de los mayores supercomputadores del planeta y un acceso a datos virtualmente ilimitado. Más importante aún: en China, donde el derecho a la privacidad y a la intimidad personal no es muy limitante, el Gobierno (directamente o a través de los operadores comerciales) dispone de una base de datos de dimensiones, granularidad y profundidad infinitas. La mejor inteligencia artificial se alimenta de grandes cantidades de datos. Sin acceso a ese big data, el desarrollo de la tecnología digital está lastrado. En Occidente, con menos y peores datos gracias a las leyes que protegen nuestros derechos, se construye peor inteligencia digital. Esto concede a China una enorme ventaja competitiva y estratégica como potencia global. El control digital de la epidemia covid-19 en su territorio, mientras USA acumula cerca de 200.000 muertes, es un buen ejemplo de ello.
El Gobierno chino no está dispuesto a renunciar un ápice al control de su territorio, incluida la información que se genera en él. De ello depende, en gran parte, su seguridad nacional. Uno de los mayores expertos de España en ciberdefensa, el coronel Ángel Gómez de Ágreda, explicó en una charla en Shanghai que China ha entendido perfectamente el alcance actual de la defensa territorial que debe ejercer un gobierno moderno. En un mundo hiperconectado y digital como el actual, la soberanía territorial ya no está limitada a la topografía del país (sus tierras, aguas territoriales y espacio aéreo), sino que debe extenderse también a su «biosfera digital». Preguntado por cuánto tiempo más podrá mantener China este férreo control sobre un sistema teóricamente descentralizado como es internet, el coronel sugirió como pregunta más acuciante cuánto tiempo más van a poder permitirse las potencias occidentales no implantar el modelo chino de defensa de su soberanía digital.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.