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Aprendimos a contar porque es necesario saber lo que se tiene y lo que se puede cambiar. Calcular significa contar con piedras; 'calculus' es piedra en latín. Pero conforme las cantidades crecen, es necesario un método más práctico. Fue en el actual Irán, 4. ... 000 años antes de Cristo, donde se dio el salto de la contabilidad con piedras al manejo de números. Allí se creó un sistema de símbolos para representar cantidades que fue adoptado por los sumerios en Mesopotamia. A esta cultura le corresponde el honor de haber creado las cifras más antiguas de la historia, antes de la aparición de los caracteres alfabéticos que posibilitaron la escritura. Seis mil años más tarde, vivimos en una cultura dominada por el tratamiento automático de la información. Compañías informáticas como Google, Microsoft, Apple, Amazon y Facebook condicionan el mundo desde hace una década. Escándalos como la fuga de datos de Facebook y su influencia en procesos electorales (USA, 'Brexit', Cataluña...) demuestran su enorme impacto social. El negocio se basa en grandes centros de datos a los que nos conectamos con nuestros teléfonos, tabletas o PC para recibir servicios a través de internet.
Hace 60 años, un gran computador como el IBM 704 ocupaba una gran sala y ejecutaba unas mil operaciones por segundo. Hoy, los procesadores de los teléfonos móviles son un millón de veces más rápidos. Pero el supercomputador japonés Fugaku de Fujitsu, con casi 8 millones de procesadores ARM de tecnología europea, corrió programas a una velocidad de medio trillón de operaciones por segundo en junio de 2020. De la misma forma, dada la necesidad de proporcionar imágenes lo más realistas posibles en videojuegos, las prestaciones de las tarjetas gráficas o GPUs (Graphic Processing Units) han aumentado vertiginosamente. Hace ya más de una década que las GPUs se emplean en supercomputadores y centros de datos. Estos avances han estado ligados a la utilización de transistores cada vez más pequeños (caben decenas de miles de millones en un chip) y al desarrollo de la ingeniería de computadores, los lenguajes de programación y la ingeniería del software. La inteligencia artificial es una de las aplicaciones que mejor ha aprovechado estos avances, lo que ha generalizado el uso de redes neuronales de aprendizaje profundas ('Deep Learning'). El cálculo que requieren es muy bien manejado por supercomputadores y GPUs. Así, la compañía Nvidia arrancará en semanas su sistema Cambridge-1, el supercomputador más potente de Reino Unido, dedicado a aplicaciones de inteligencia artificial para resolver desafíos médicos, incluidos los de la actual pandemia. Farmacéuticas como GSK y AstraZeneca, así como investigadores del King's College y de Oxford han manifestado su interés por una atención médica moderna basada en estas tecnologías. Otra iniciativa europea es Leonardo, uno de los supercomputadores más potente del mundo gestionado por Cineca, un consorcio de universidades italianas con gran experiencia en computación.
Noticias recientes apuntan a la creación de un polo de industria sanitaria en Cantabria. Dada la destacada trayectoria en materia sanitaria en nuestra región, seguro que es una buena alternativa. Si la iniciativa madura, permítaseme sugerir que la acción ganaría atractivo si fuera concebida en simbiosis con el empleo de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) avanzadas. Ejemplos como los anteriores podrían iluminar el camino. En computación de alto rendimiento, la Universidad de Cantabria es miembro constituyente de la Red Española de Supercomputación, creada por el Ministerio de Educación y Ciencia en 2007. La red está formada por 13 instituciones y 14 supercomputadores, nuestro sistema Altamira entre ellos, dedicados a ofrecer servicios de supercomputación, almacenamiento y análisis de datos a la comunidad científica y a instituciones públicas y privadas. Desde 2014, la RES forma parte del mapa español de Infraestructuras Científicas y Técnicas Singulares. Además, desde septiembre de 2020, la UC es miembro del proyecto europeo EuroCC: Competence Centres in HighPerformance Computing, cuyo objetivo es crear una red de Centros Nacionales de Competencia en Supercomputación en los 33 estados participantes. No deberíamos olvidar que una enorme infraestructura informática y de comunicaciones, a escala mundial, se ha revelado como crítica para el avance económico y social en estos malos tiempos de pandemia. Por ello, conviene estar muy atentos a estas tecnologías para abordar nuevos desafíos. La industria TIC va a seguir evolucionando hasta conseguir el desarrollo de aplicaciones imposibles de imaginar hoy día. Por ello, confiamos en que nuestras instituciones valoren las oportunidades que las TIC ofrecen a Cantabria y las apoyen para mejorar las condiciones de vida de nuestra sociedad.
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