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Me interesó la opinión que el decano del Colegio de Economistas de Cantabria, Fernando García Andrés, publicaba en estas mismas páginas el pasado 16 ... de julio, donde reflexionaba sobre cómo la cultura puede contribuir al desarrollo de las ciudades. Comparto con el autor la idea de que «los bienes culturales desempeñan un papel importantísimo en las ciudades» y comparto, también, su afirmación de cómo «la cultura puede contribuir al desarrollo económico y social de las comunidades y cómo la explotación de los bienes culturales puede generar riqueza y empleo».
En los primeros días del pasado mes de julio conocíamos que el ganador del concurso de ideas para desarrollar el proyecto del nuevo Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, era el estudio de los arquitectos Mara Partida y Héctor Mendoza. Con su proyecto tratarán de responder a las necesidades del Museo y del edificio administrativo, dos espacios que convivirán con accesos independientes porque los flujos de personal serán distintos. El conocido como Mupac, podrá abandonar su provisional y precaria ubicación en los sótanos de un mercado, donde hoy es posible ver una colección de los fondos del museo, pero no desarrollar las funciones exigibles a un verdadero museo.
Ahora sólo nos queda confiar que no ocurra como lo sucedido con aquel proyecto presentado en 2002 para construir en Las Llamas o como al proyecto de Rafael Moneo presentado en 2001, y que iba a ser la nueva sede del Gobierno de Cantabria, un edificio de diez plantas con dos aparcamientos subterráneos. En esta ciudad existe cierta tendencia hacia las maquetas, al enunciado de grandes proyectos que no se realizan y a la exhibición de coloristas infografías.
Cuando el consejero de Cultura y vicepresidente del Gobierno de Cantabria presentó el proyecto ganador de la futura sede del Museo de Prehistoria, cometió, desde mi personal punto de vista, un error ingenuo. Dejó en el aire la posible fecha de inicio de las obras, por no disponer en ese momento de una idea precisa sobre la financiación del proyecto. La crisis del covid-19 ha puesto en cuestión la próxima financiación presupuestaria y ha planteado dudas sobre la disponibilidad inversora de la administración regional.
Pero aceptando la lógica de las dudas, debemos pensar que una inversión como la prevista para esta dotación cultural no puede radicar únicamente en los presupuestos ordinarios de la Comunidad Autónoma. La Administración Central y la iniciativa privada deben contribuir a la financiación de esa obra que, en todo caso, no debe analizarse como un gasto sin retornos, sino como una inversión productiva. Esas ideas debieran estar claras cuando se anuncia la adjudicación del proyecto. Porque si se defiende un proyecto que requiere una fuerte inversión, pero no se asegura su financiación, se corre el riesgo de jugar con fuegos de artificio.
Ya han comenzado a hacerse públicas opiniones que ponen en cuestión las dimensiones del futuro museo y su alto coste, argumentando que lo que allí se va a exponer son piezas diminutas, pequeños huesos tallados y otros objetos de valor, pero de insignificante tamaño y defienden que siga donde está, ganando algunos metros si es posible, o que se traslade a otros lugares. Por poner pegas, que no quede.
Los autores de esas negativas opiniones confunden la exposición de unos fondos con un auténtico museo y prefieren que las piezas no expuestas continúen embaladas en algún almacén de la periferia. Un proyecto museográfico es bastante más que unos espacios donde exhibir cuadros colgados en las paredes o unas esculturas repartidas en diferentes salas. Creí que la apuesta por una nueva sede del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria iba a suscitar mayores apoyos. Está bien presumir de disponer de un patrimonio arqueológico único, pero cuesta entender por qué jamás se ha tenido un espacio expositivo digno donde depositar ese patrimonio. Es lamentable disponer de una referencia internacional y mantenerla prácticamente en el abandono año tras año. Alguien ha recordado que ese museo comenzó su andadura en 1926 en el Instituto Santa Clara de Santander, donde permaneció hasta que en 1941 se trasladó al sótano del edificio de la antigua Diputación Provincial y en 2013 encontró una nueva ubicación provisional en los sótanos del Mercado del Este.
Algún día se defenderá con rigor y seriedad, que una de las líneas estratégicas del desarrollo económico en nuestra Comunidad Autónoma pasa por la cultura. Aunque para ello se requiere un compromiso político y social, un gran acuerdo para trabajar en un ambicioso modelo de ciudad dinámica y atractiva, que supere y abandone el provincianismo y las inútiles autocomplacencias.
Me parece correcto incluir el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria como un proyecto dónde invertir fondos procedentes de la Unión Europea, porque los proyectos de nuevas dotaciones culturales son, sin duda, inversiones productivas, aunque lo que vaya a exponerse, según algunos, sean piezas de reducido tamaño.
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