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Las tramas urbanas de una ciudad definen las relaciones de sus habitantes e incluso sus contradicciones. Donde hay degradación urbana es más fácil encontrar degradación social. El mobiliario público, las farolas, los bancos en los jardines o plazas, el diseño de las calles, el cuidado ... o deterioro de las fachadas y sus colores, los ruidos, la limpieza... definen carencias o demandas y también la calidad de los espacios. En ocasiones, también apuntan a la intervención de los vecinos para diseñar sus entornos más inmediatos. La ciudad es ese espacio compartido en el que vivimos y convivimos, donde trabajamos, estudiamos, paseamos, hablamos y consumimos. Las ciudades son espacios abiertos de convivencia y de conflicto.
Escribo hoy recordando que en 2019 se conoció el proyecto del futuro Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria; que en 2017 se incendió el Museo de Bellas Artes hoy llamado Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y que en 2013 se ideó la posible extensión del Museo Reina Sofía en la que fuera sede del Banco de España en Santander, y después de leer un reportaje sobre el nuevo Museo Munch en Oslo, obra diseñada por Jens Richter y Juan Herreros del Estudio Herreros de Madrid (podían haber sido los autores de la remodelación del edificio del Banco de España en Santander), que dialoga con una ciudad en transformación, donde sus habitantes protagonizan esa transformación. El nuevo edificio se construye sobre un espacio liberado en lo que fuera área portuaria y se ubica contiguo al Teatro de la Ópera y a una nueva Biblioteca. Todo el conjunto cambia el perfil de la capital noruega.
El nuevo Museo Munch ha formado parte de un ambicioso plan de recuperación del viejo puerto de la ciudad, donde hoy se asientan viviendas residenciales, oficinas y edificios públicos, con una importante participación ciudadana.
La recuperación de los frentes marítimos y de espacios portuarios ociosos o degradados es una experiencia vivida en numerosas ciudades, utilizando para ello sociedades instrumentales con participación pública y privada, con implicación de la sociedad civil y con el objetivo de recuperar espacios sin uso y rehabilitar y actualizar la relación puerto-ciudad. Las exigencias de los puertos de extenderse hacia el exterior, dejan espacios abiertos para incorporarlos a las ciudades. El proyecto de remodelación del frente marítimo de Santander se presentó en 1985, y se retomó en 1993, pero no se ha desarrollado en su integridad. Es bueno recordar los estudios sobre Santander y su Puerto de Ángela de Meer, de José Ortega Valcárcel o de Julio Pozueta, entre otros.
Los nuevos museos son piezas de arquitectura de autor, atractivos turísticos, polos de desarrollo económico, una idea que apuntaló el Guggenheim de Bilbao, algo que no comparten plenamente los autores del Museo Munch, porque afirman que «los nuevos museos deben ser hoy las nuevas plazas públicas, un nuevo fragmento de la ciudad».
Estos nuevos edificios públicos no debieran ser el destino para los que van una vez, sino que debieran ser espacios de encuentro y convivencia para contribuir a desarrollar una ciudad más activa e integrada. Los museos no debieran ser iconos aislados, sino formar parte de la trama urbana que los acoge.
En un pasado no demasiado lejano, las ciudades competían por sus desarrollos industriales, por disponer de polígonos donde instalar nuevas fábricas o talleres. Hoy, en ese proceso de desindustrialización de los centros urbanos, las ciudades pugnan por dotarse de centros o parques de desarrollo tecnológico y compiten con sus iniciativas culturales, aunque ello tenga el riesgo de pensar en ciudades como destino y no tanto como iniciativas que generen trama urbana y fomenten creatividad local y calidad de vida. Es bueno vincular la cultura con la educación, la sanidad y el trabajo, ámbitos todos ellos que favorecen la dignidad individual y colectiva de las personas, sin que todo ello suponga obviar el peso que la actividad cultural tiene en el desarrollo económico y en el empleo cualificado de las ciudades. Cuidar el patrimonio cultural e integrar la cultura en las políticas urbanas, son factores relevantes para un desarrollo urbano sostenible.
Las actividades culturales forman parte hoy de las estrategias de regeneración de las ciudades, de tal forma que la cultura se convierte en un factor fundamental de desarrollo de las economías urbanas. La cultura y la educación son herramientas indispensables para el crecimiento económico y desde esas herramientas establecer una relación con objetivos como la conservación del medio ambiente, la regeneración de espacios urbanos degradados, la estimulación de la creatividad, la preservación de los valores comunitarios y la defensa y protección de las instituciones civiles. De esa forma se promueve y protege de forma integral la cultura y la identidad local.
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