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La fiebre museística y expositiva en Santander es reciente y pasa de casi nada a casi todo. La puesta en escena hace cinco años del Centro Botín, referencia del arte moderno en marco y contenido, fue el primer exponente de un nuevo ciclo y trajo ... como consecuencia indirecta, pero no inesperada, el nacimiento de otro punto de encuentro para los santanderinos, sustituyendo con ventaja a las escaleras de Correos en el caso de los más jóvenes, un lugar tradicional de reunión. El centenario Museo de Bellas Artes, hoy en fase de lenta reconstrucción, la Fundación Botín y el impresentable habitáculo del Museo de Prehistoria en los bajos del demolido caserón del Gobierno de Cantabria en Puertochico, heredado de la Diputación Provincial, fueron durante décadas lo único existente de cierto fuste y éxito relativo a pesar del valor de muchos de sus fondos.
Esa situación precaria ha cambiado para bien, quizá porque se ha disparado el interés por la cultura y su importancia económica, y por el empuje de la iniciativa privada. Además del Centro Botín, inaugurado en 2017, está en construcción el Proyecto Pereda, en el histórico inmueble del Santander, para albergar las colecciones del banco. Avanza el MAS y quedan pendientes dos obras públicas del máximo nivel: la del Museo de Prehistoria y Arqueología (Mupac) y la reconversión del edificio abandonado del Banco de España en sede del Reina Sofía-Archivo Lafuente. La compra por el Estado del tesoro documental de José María Lafuente allana el camino, pero llega la hora de la verdad sin excusas. Han sido tantos los vaivenes, aún irresueltos, que son conocidos como los museos de tal vez y quizás, será o no será, hoy no y quién sabe si mañana.
Y aquí aparece el problema, en el dinero, porque no está claro de dónde sale. Zuloaga, vicepresidente y responsable de Cultura, fija en diciembre el comienzo de las obras de un Mupac que lleva dando tumbos desde los años treinta del pasado siglo, y si bien su estancia en el Mercado del Este mejora lo anterior, la riqueza arqueológica de Cantabria requiere de un espacio a la altura. La espera por la adecuación del Banco de España es menor, ocho años, y la alcaldesa Igual también promete iniciar los trabajos en 2022. La cuenta atrás no se detiene, faltan cinco meses y veremos lo que hay. Son dos proyectos de calado en manos distintas, las del Gobierno y las del Ayuntamiento. El horizonte electoral aviva la competencia y comprobaremos quién y cómo cumple, aunque siempre se puede recurrir a la guerra en Ucrania para justificar cualquier demora o anulación.
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