Necesidad de nuevos coralistas

Estos días entramos en el otoño y miramos al cielo para ver si las témporas nos anuncian buen tiempo y nos hacen olvidar un verano de nubes y regulares temperaturas. Hasta Andrés Rábago, El Roto, que pasa largas temporadas en su casa de Cabuérniga, al ... que le gustan las luces del norte, se quejaba de tantos días sin sol. En estas fechas, los quioscos se ven inundados de coleccionables de libros y revistas sobre una pluralidad de temas. Se mantienen en el tiempo pese a la irrupción del lenguaje digital. Raúl, mi quiosquero de referencia, me dice que se venden mucho al principio, con las ofertas de lanzamiento, pero que se va adelgazando su compra en cuanto empiezan a subir de precio. Muy pocos acaban las colecciones. Sucede lo mismo con los buenos propósitos que nos hacemos de cara al próximo curso. Queremos apuntarnos a un gimnasio, matricularnos en alguna academia o centro oficial para aprender ese idioma que tenemos pendiente, preparar las anunciadas oposiciones, apuntarse a algunos de los talleres de creación, colaborar con una asociación solidaria... Ámbitos más lúdicos y de entretenimiento y otros vinculados más al conocimiento y la formación. En cualquier caso, espacios de relación personal que desafían al esfuerzo y la voluntad, a la constancia en las direcciones elegidas. Después vendrán las justificaciones ante la interrupción prematura. Una de las propuestas que parece tiene menos respuesta es la invitación a formar parte de uno de los muchos coros que hay en la ciudad. Me dice Manuel Egusquiza, director de la Coral, las dificultades que encuentra para el relevo de voces, situación agravada por el covid en los mayores. Parece que no seduce a los jóvenes tentados por otros estilos musicales más próximos a su cultura juvenil. Las agrupaciones corales de Torrelavega tienen un gran prestigio y han llevado el nombre de la ciudad por todo el mundo. Sería una pena que languidecieran por falta de coralistas. Se debieran programar campañas de captación de componentes