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La situación es desoladora. El campo arrasado y en armas. El transporte atascado y en ebullición. Las empresas preparando ERTE a paladas, acuciadas por los costes y las dificultades de aprovisionamiento. Los precios, de trekking por las alturas, aunque todavía no han hecho cumbre, ... mientras los tipos de interés se preparan para iniciar la subida. Los fondos europeos, que iban a ser el bálsamo de todos nuestros males, atascados en el marasmo administrativo de una administración excesivamente compleja, diversa e ineficaz. La UE, que no quiere hacer lo que queremos hacer con el gas y la electricidad y no me extraña. Porque cambiamos de opinión cada diez minutos. Nadie sabe a qué se han comprometido el presidente y los marroquíes, pero los argelinos están irritados por la asombrosa ziaboga en la cuestión del Sáhara. La decisión, completamente inexplicada y bastante inexplicable, no puede ser más temeraria e inoportuna. Para un tema en el que éramos fuertes, va y lo ponen en peligro. Y ante todo eso, lo que de manera muy aproximada llamamos Gobierno, está cerrado por descanso hasta el día 29 y no quiere adoptar medidas, mientras todos los socios de la UE actúan.

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