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Lo tiene todo. Es bella y blanca como la luna llena, resplandece como nadie con los rayos del sol, señala los años de bienes, almacena y dosifica el tesoro del agua y alegra el espíritu deslizándose sobre ella, lanzándola a puñados contra adversarios amistosos o ... proponiéndonos la creación de muñecos con narices de zanahoria. Lo tiene todo, pero también tiene sus inconvenientes. La nieve que ha caído en la mayor parte del territorio de España, nos ha descolocado y ha llegado en gran cantidad a las ciudades. Allí, el desconcierto y las dificultades para el tránsito de vehículos, con el problema añadido de las atenciones médicas de urgencia y el acceso al trabajo, se ha extendido a los propios peatones. La formación de placas de hielo ha convertido las calles en pistas de patinaje y áreas de peligro donde se desprenden bloques de nieve de los edificios o caen árboles que no resisten el peso de las precipitaciones. Igual que con la pandemia, el consejo más manejado es el de no salir de casa, pero quedarse en casa también tiene su riesgo si tenemos en cuenta la excesiva subida de la electricidad. Sufrir de frío o sufrir de hambre es un dilema que se presenta a no pocas familias.

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