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Las recientes elecciones en el seno de la ejecutiva regional del PRC, dando la victoria a Paula Fernández, con 34 avales, y a Pablo Diestro, ... con 16, dejando fuera de la carrera por la sucesión de Revilla a Javier López Estrada (15), tienen una importancia política para Torrelavega que va más allá de lo que una derrota pueda parecer en principio. No será López quien de momento se convierta en cabeza de los regionalistas, pero hay que ser torpe si se desdeña el poder de la agrupación local en los intestinos regionalistas, y no conocer la personalidad del padre del mentor del candidato, Javier López Marcano.
No me gustan las apuestas pero huele en el aire a caballo ganador si se opta por la negociación entre los dos JASP (Jóvenes aunque suficientemente preparados) para intentar que, al menos, el alcalde de Reocín consiga los teóricos votos de los 1.800 afiliados de Torrelavega. Tampoco se ha de olvidar la importancia del destino que tengan los 12 que recibió Guillermo Blanco. No sería la primera vez en la que el perdedor impone su ley al ganador. Sea como fuere, es momento también para hacer reflexiones políticas de lo que pudo ser y no fue, de puñaladas cachicuernas, y de halagos que se convierten al final en míseras vendettas. En política, cuando todo indica que vas a ganar, pero pierdes, suele ser una experiencia dura, pero también reveladora.
La política no es una ciencia exacta y puedes recibir respaldo de palabra, e incluso de las encuestas –que te permiten sentirte como ganador–, pero encontrarte con la dura realidad de la derrota, a la que te ha podido llevar cometer errores estratégicos –excesiva confianza– mientras que el oponente laboraba discretamente. Y es que resulta que el voto silencioso es muy poderoso y que las urnas dan muchos sustos. Perder, cuando creías tener todo bajo control, es dejarse engañar por el verdadero sentimiento –negativo– que ocultan quienes prometen su voto pero sobre el papel lo cambian. Hay una multitud silenciosa que no se expresa en las redes sociales o en los medios de comunicación, porque en muchas ocasiones el mayor apoyo está en el silencio y no en la palmadita en la espalda.
Confiarse demasiado, escuchar a los halagadores, y evitar a los críticos, puede llevar a perder el contacto con la realidad; hay un aforismo al respecto que dice que un aplauso anticipado es el preludio del silencio. Solo se ha escuchado la valoración de la derrota por boca del secretario general del PRC en Torrelavega, Javier López Marcano, que no ha obviado un sentimiento de dolor al haberse visto engañado por los siete compañeros que prometieron el apoyo para su hijo y que mudaron de intención porque, como vecino de la Cuadrona, estaba acostumbrado al trato de la mano, no al de notaría. La historia enseña mucho.
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