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Cuando en ocasiones a los torrelaveguenses se nos baja la moral, algunas noticias nos hacen levantar la cabeza. Eva Martínez Sánchez, nacida en nuestra ciudad en 1965, es actualmente la embajadora de España en Costa Rica, y su esposo, el ovetense José Laviña, embajador de ... nuestro país en Guatemala. Los padres de Eva, Valentina y Ramiro, naturales de Prezanes y San Miguel de Luena, tras contraer matrimonio, decidieron asentarse en la entonces pujante Torrelavega de la década de los años 60 del pasado siglo, abriendo un comercio de ultramarinos en la calle Augusto G. Linares para la venta al detalle y por mayor. Eva estudió en el cercano colegio de religiosas hasta los ocho años, cuando en 1973 la familia decidió trasladarse a Madrid, ya que el cabeza de familia, ahora fallecido, era lo que hoy llamamos un emprendedor. Así, en la capital abrió varios negocios, uno de ellos, por cierto, una cervecería a la que puso por nombre Torrelavega; actualmente, su madre, alterna su vida entre sus casas de Madrid y Santander.
Eva estudió filología inglesa, y en 1991, entró a formar parte del Cuerpo de diplomáticos españoles, conociendo en Venezuela a su esposo, también diplomático, habiendo desarrollado sus carreras en destinos compartidos, siendo el penúltimo en la legación permanente de España en Bruselas antes de ser nombrados embajadores en Costa Rica y Guatemala. Cada año regresan en vacaciones y no perdona un recorrido por su tierra o un paseo por su ciudad natal, siendo una embajadora excepcional de la excelencias de Cantabria y ¡del hojaldre de Torrelavega!
De hecho, asegura que cuando explica que nació en esta región, nuestro emblemático dulce, y la belleza de La Montaña, salen pronto en la conversación con sus contertulios. Lectora de este periódico cuando vacaciona en Cantabria, reconoce que suele leer sobre crisis en Torrelavega «pero lo cierto es que siempre nuestra ciudad sobrevive». En un paseo por la nostalgia, tiene recuerdos vívidos de El Ferial, de la Avenida de España, del bulevar, de las importantes fábricas que hicieron de ésta la ciudad rica a la que llegaron sus padres, de sus baños en la playa de Suances, de las pastelerías y de la iglesia de la Virgen Grande, donde hizo la Primera Comunión «un día que llovía a raudales». También evoca que aquella «era una vida plácida y agradable». Toda su familia reside en Santander, y en todos sus años de carrera por el mundo, siempre su tierra está presente.
Ahora su vida, como máxima representante española en Costa Rica, se desarrolla también en una bella tierra, con una naturaleza exuberante y protegida –una pequeña Suiza– con playas luminosas que recibe anualmente a unos 70.000 turistas españoles. No hay muchos nacionales viviendo en ese país porque no fue destino de los emigrantes que fueron a «hacer las Américas». Un orgullo para nuestra ciudad con muchos torrelaveguenses desconocidos que elevan la categoría de la capital del Besaya.
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