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El asombro de los niños era indescriptible. Ojipláticos. Y no era por la ilusión, sino por la vergüenza ante el espectáculo que el Ayuntamiento ha ofrecido a los pequeños de Torrelavega. Siete jetas y medio salieron a la calle a reírse del candor infantil, y ... escucharon de los mayores palabras gruesas como «sinvergüenzas», «chorizos», «ladrones». Miles de personas, engañadas por la expectativa de «dar un espectáculo ajustado a la realidad histórica», presentada por el Ayuntamiento de Torrelavega, salieron a la calle a participar en lo que se esperaba que fuera un momento de ilusión. Sólo baste decir que, por ejemplo, Gaspar, iba vestido «a lo Nerón», tumbado en una «chaiselonge» con una corona de laureles, solo le faltaba el arpa (…) El alcalde, el presidente de la Comisión de Festejos y el animador socio-cultural deben estar satisfechos de la fechoría, y por el contrario, habría que felicitar a los alcaldes de Santillana, Suances y grupos de Tanos, que con menos medios, pero con más vergüenza torera, sacaron adelante un espectáculo de luz e ilusión que se les timó a los niños y mayores de Torrelavega».
No, no me he equivocado. Es parte del contenido textual de un artículo que publiqué el día 7 de enero de 1988, tras la cabalgata de Reyes de aquel año. Entonces las mágicas majestades iban tumbadas en posición neroniana, y los romanos que les guardaban, llevaban en sus cascos, como penachos, cepillos de barrer. Para hacer aquel desatino más 'histórico' ni caramelos se tiraron. Aquella ridiculez costó un millón de pesetas de las de hace 38 años. La de este año, 90.000 euros (14 millones para los más castizos) pero el fracaso ha sido similar. Aquel infausto día, como en la misma fecha de 2025, hubo viento sur, que dicen que es el ventarrón que a los cántabros nos aloca. Entonces, el alcalde era Gutiérrez Portilla (PSOE) y el concejal del ramo, Arsenio de la Vega (Alianza Popular). Le vino de perillas al caporal ver hacer el ridículo a su oponente político al que se había visto obligado a dar una cuota de poder. En esta ocasión, el alcalde es López Estrada (PRC) y la hacedora del entuerto 'cabalgaístico', Patricia Portilla (PSOE), que empieza a ser conocida por sus hazañas. A De la Vega le costó el cargo. Lo que no sé es si el regionalista habrá sonreído entre dientes. Cerrar calles al tráfico, contratar un pinchadiscos y oficializar el botellón no necesita de imaginación para que sea un éxito entre los jovenzuelos, pero lo de una cabalgata de 90.000 euros, en la que hasta dieron por perdido en algún momento al rey Baltasar, requiere de algo más. Es el eterno retorno filosófico que como aquel viejo timo de la estampita, que a pesar de que se repita, siempre hay algún necio que acaba cayendo en él.
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