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Hay un término que engloba conceptos admirables de la vida, como la integridad, la honestidad, la calma o la paciencia. Esa palabra es bonhomía, la ... cualidad de personas especiales y, por lo tanto, envidiables. Torrelavega, en su inexistente Ghotta tiene muchos nombres inscritos en el imaginario almanaque, y entre ellos está sin duda Emilio Laborda Valle, un torrelaveguense con medio siglo a sus espaldas dedicado al Derecho, con un apabullante currículo de méritos, ponencias, libros, iniciativas, estudios y reconocimientos oficiales que ocuparían entera esta columna pero en la que 'solo' deseo reflejar al Laborda ciudadano, a un 'portugués' hasta las cachas, al amante de su ciudad y de quienes la habitamos, a una persona de bien que ahora cuelga la toga y recoge las puñetas después de una vida vivida por y para el Derecho, siempre al servicio de la Justicia.
A quienes, desde la juventud, tenemos el privilegio de frecuentarlo, Laborda nos ha hecho mejores en nuestro trabajo y en nuestras vidas porque siempre resulta mas fácil vivir si contamos con la integridad y la lealtad de los amigos. Nos ha trasmitido, y seguirá haciéndolo, confianza al sentirnos seguros junto a quien sabemos que es leal, de quién respeta siempre las normas, y también de quien ha sabido aceptar sin objeciones las réplicas de la vida. Como jurista y fiscal ha sabido maridar conceptos a veces antagónicos como la aplicación de la Ley con la filantropía, en muchos casos a costa de su propio interés, y en tantas ocasiones enriqueciéndola con una buena dosis de altruismo, siempre amparado tras el escudo de un concepto en decadencia como es el de la honestidad, que ha llevado siempre bordado y visible en la toga.
Y es que no se debe olvidar un concepto puesto malhadadamente en almoneda. Es una forma ética de vida que contribuye a formar una sociedad más sana, y quizás por eso, el poeta Yevgueni Yevtushenko (Siberia 1933-Oklahoma 2017) advirtió, desesperanzado, que «llegará un día en que nuestros hijos, llenos de vergüenza, recordarán esos días extraños en los que la honestidad más simple era calificada de coraje». Laborda es una buena persona, paciente, con la bondad de quienes no gritan para acallar a los demás, la de quienes no tuercen la vida al oponente, de quienes saben respetar avariciosamente los silencios cuando son necesarios. En definitiva, esa persona a la que siempre encuentras a tu lado cuando la necesitas. Se lleva a la jubilación un cartapacio repleto de secretos jamás revelados.
El 5 de octubre, convocados por los jueces de lo Penal de Santander, junto a quienes deseen acompañarles, le tributarán un homenaje de respeto y cariño, y los torrelaveguenses, inscribiremos su nombre –uno más– en el todavía imaginario y pendiente paseo de los mejores.
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Ana del Castillo
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